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La Noche 2.3...

lunes, 24 de noviembre de 2008

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Pilar Baranda
El sueño
( Colaboración especial )


-¿Tienes algún sueño?
-Quiero subirme a un barco.
-¿De qué tipo?
-Uno grande, un crucero.
-¿Y eso?
-Pues, por un cuento que leí.
-¿Cuál?
-No me acuerdo como se llama…

Es la historia de una pequeña niña que viaja, sola, en un buque por alta mar. Los días con sus noches pasan en balde, se lanza al agua pues la soledad en la nave es grande, llega al fondo pero ahí tampoco encuentra nada y regresa entre suspiros, desilusionada, decepcionada.

Así que vuelve a la embarcación y construye una torre para llegar a las estrellas, pero al llegar, ve a un pequeño niño que jugaba con todas ellas; -he estado viajando solo, volando en una nube- le dijo -seguro tienes idea del tedio que yo tuve.

Enseguida se pusieron a jugar, y al jugar con las estrellas las cambiaron de lugar, mientras que abajo, muy abajo, en la tierra un astrónomo veía que en las estrellas algo raro, muy raro ocurría: ¡estaban todas desacomodadas! Pero con su telescopio, descubrió lo que pasaba.

El astrónomo les tomó una foto con su lente de gran aumento y la publicó en una revista de gran pronunciamiento, fue así como los papás de los niños se enteraron, que sus hijos jugaban con estrellas en el cielo empinado.

Fueron por ellos a despertarlos pues todo este tiempo habían estado soñando.

-¿Así termina el cuento?
-Si.
-¿Entonces todo fue un sueño?
-No, fue real, pero solo tú y yo lo sabemos.
-Quiero ese cuento.
-Es tuyo, lo hice para ti.


Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.2...

lunes, 17 de noviembre de 2008

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Jorge Yáñez Urreta (Veracruz )

Hace unos años me convencí de que había algo balsámico en dormirse con un cuento para niños. No tenía fundamentos, solo se me ocurrió un día. Irse a los sueños con la imaginación desbordada, quizá dejar un reguero de imágenes que los sueños podrían utilizar. Algo ahí parecía tener su lógica. Pensaba que lograría tener sueños más vívidos.

Muy pocos libros de cuentos para niños son divertidos para los adultos.

Una noche, en ese punto en donde vas cediendo en el control de tu mente pero todavía no te quedas dormido, empezó una historia. Un niño como de unos siete años se despertaba en medio de la noche e iba por agua a la cocina. Se asomaba por la ventana de su sala: el mar no estaba ahí. Veía yo claro cómo detrás de la barda del boulevard, a la altura del club de yates, solo había arena húmeda manchada de sal, fango, iluminada por la luz de la luna. Después de ver eso me dominó el sueño.

Recuerdo haber amanecido alegre al día siguiente, como cuando viste un buen concierto la noche anterior, y esa noche me fui a la cama con la ilusión de seguir sabiendo ese cuento. No sé bien cómo le hacía, ahora me cuesta más lograrlo, pero la mente completamente en negro, la voz interna silenciada… y la gente del pueblo –sí, se dejaba sentir como un cuento viejo— hablaba frente al arenal con algas sobre lo que se tenía que hacer para recuperar el mar. Con los saltos que dan los sueños, se decidía que el niño de siete años tenía que encargarse de esto, y eso implicaba por alguna razón ir a la luna. Así que todos en el pueblo empezaban a trabajar en hacer un poste enorme por el que el niño tenía que trepar hasta la luna. Había el detalle de que el poste no se podía trabajar horizontalmente porque si no tomaría la curvatura de la tierra y no podría llegar hasta la luna. Hasta ahí. Me quedé dormido.

Pasaron un par de días de esos en que te quedas dormido leyendo el libro de texto, estudiando para un examen de filosofía y no te acuerdas de nada más. Noqueado por los desvelos y el sueño que siempre me produce el cambio de horario en el otoño, me fui a la cama esa tercera noche y ya estando acostado me acordé ¡Ah, el niño!

No me costó ningún trabajo dejar mi mente en automático. Enseguida apareció: iba trepando por el poste, solo. El aire arriba parecía limpio. La tierra cada vez se veía más lejos, y ese niño trepaba con todo valor. Antes de llegar a la luna, la neblina se comenzó a poner espesa. Estaba muy cansado, solo eso avanzó la historia esa noche.

Y eso fue todo. La noche siguiente la novia de un amigo me pidió quedarse a dormir en el sofá. No durmió en el sofá. Tres años vivimos juntos. Nunca pude saber qué mas pasaba en el cuento.






Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.1

lunes, 10 de noviembre de 2008

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Jorge Yañez ( Veracruz )

ROSAS BLANCAS
(esbozo de guión)

Luna llena, tapizada de bruma. La tierra, las rocas, todo está tapizado por la luz de la luna.

Un hombre desnudo, manchado de lodo, camina en el campo. Busca algo, husmea la tierra. La cámara lo encuadra a horcajadas, con la luna llena en el cielo.

De la luna cae un polvo que cae sobre la tierra donde él busca.

Hay unos troncos tirados sobre la tierra sobre los que crece musgo.

El hombre sigue escarbando en el polvo lunar. En eso se dirige hacia un tronco, se acuesta y, con un palo afilado, se suicida, se lo clava en el vientre.

La sangre escurre sobre el tronco, cae sobre el suelo pedregoso, forma pequeños charcos sobre la tierra negra.

Otro hombre desnudo camina por donde había escarbado la tierra el primero. Viendo el suelo parece encontrar algo.

Comienza a caer la niebla. Él escarba el suelo con los dedos y desentierra un hongo de cristal, un hongo que se ilumina a la luz de la luna. La niebla se vuelve densa.

Alrededor del muerto, la maleza se comienza a secar; la sangre se coagula. En las manos del vivo, el hongo brilla intensamente.

La tierra negra se mueve, comienza a avanzar hacia el muerto, entrando en él, anegándolo. Corre por el campo el muerto, entre la niebla, corre y su imagen se difumina entre telarañas húmedas en 1er. plano. Tierra negra le brota por la boca. Su imagen corriendo desnudo se difumina tras un cristal sucio en 1er. plano que se cuartea y se rompe y por un agujero del cristal se ve el cielo estrellado y la luna.

La imagen del muerto corriendo se ve reflejada en el hongo de cristal, que yace sobre la tierra. Y después, sobre la superficie del hongo, el reflejo de fuego.

El muerto yace sobre el tronco con tierra negra que lo comienza a enterrar, y la tierra arde en llamas.

La luna riega más tierra, que cae entre la niebla formando un cuerpo humano idéntico al del hombre sepultado, justo junto al tronco, el cuerpo iluminado por el fuego.

El muerto, con sangre en el abdomen, corre por la playa nocturna, entra en el mar, lo devoran las olas, desaparece.

Junto al muerto yace su copia en tierra, y poco a poco se comienza a cubrir de musgo. El vivo parece acabar de descubrir al hombre de tierra, pero parece no ver al muerto. Se acerca al hombre de tierra y todo se refleja en el hongo de cristal, que ahora parece estar lleno de niebla.

El vivo inspecciona el pecho del hombre de tierra, comienza a excavar en su pecho.

Sobre un cristal roto se refleja la luna llena. El cristal se cubre con una ola de agua de mar. Cuando se va la ola, la luna poco a poco reaparece. Vuelve a venir la ola, pero al pasar no queda más que oscuridad. De la oscuridad aparece, con fondo negro, un jarrón lleno de rosas blancas. La cámara se acerca en dolly pero los brotes quedan fuera del encuadre, que se encuadra sobre las espinas.

Entre espinas, por el bosque, corre el muerto.

El vivo sigue excavando en su pecho. La tierra que saca poco a poco entierra al hongo.

El muerto entra corriendo al cuarto de fondo negro donde están las rosas. Se toma unos segundos para recuperar su aliento, y se dirige hacia ellas. Al tomarlas, arden en llamas.

Arden en llamas las rosas blancas sobre el pecho del hombre de tierra. El vivo salta, busca su hongo y no lo halla. Sale corriendo pero se topa de frente con un muro.

En la playa, junto al cristal, hay unas tijeras. Corre sobre ellos el agua de mar.

Sentado sobre el tronco, con la tierra regada sobre sus piernas, embarrada en su pecho, el muerto corta los tallos de las rosas en llamas. Caen al suelo y, sentado, sereno, las ve extinguirse sobre la tierra.

Luego se levanta y, ante la mirada atónita del vivo, desentierra el hongo y lo coloca en el agujero del pecho del hombre de tierra.

El suelo rocoso. La luna. El reflejo de la luna sobre el hongo.

En el cuarto de fondo oscuro, junto al jarrón con las rosas carbonizadas, hay un carcaj. El muerto lo toma y, tras unos pasos, está en la playa. Toma un arco, toma del carcaj una flecha, y la dispara a la luna. Se salpica de sangre, corre al agua a lavarse. Las olas lo cubren, desaparece.

El vivo, separándose poco a poco del muro, camina hacia el hombre de tierra y, cariñosamente, entierra completamente el hongo en su pecho. El muerto no está sobre el tronco.

Con un látigo, el vivo golpea el cuerpo de tierra hasta destruirlo. Escapa de entre la tierra neblina.

Sobre la tierra derruida y nebulosa, el vivo coloca una caja de cristal, dentro de la cual se ve el mar de noche, con la luna llena iluminándolo.

CORTE A NEGRO.

Un ramo de rosas blancas, en llamas.

CORTE A NEGRO.

FIN


Foto: Mariana Del Campo (Veracruz)

Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Inés Cázares (B.C. Norte)



La Noche 2.0

lunes, 3 de noviembre de 2008

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La noche proyecto se extiende y cambia, regresa con propuestas diferentes, la imagen y la palabra se releva, conservando la idea inicial de fotografiar y escribir teniendo a la noche como detonador de representaciones e ideas.
Es así como el proyecto continúa su camino, los invitamos a que sigan participando con nosotros.

Félix Cúneo Noviembre 2008



Jorge Yañez ( Veracruz)


Una noche voy a caminar por ese puente y ya no me verán volver.
Me voy a alejar. Voy a tocar las palmeras por última vez.
Solo van a encontrar mi grabadora y los casets tirados en la sala
y a Paquito maullando de hambre. Y las revistas que se mojaron porque dejé la ventana abierta.

Voy a pasar los tacos de Chevy, diciéndole a su hijo que es un zoquete y que tire los limones exprimidos. "Podrán decir que tu padre es borracho, pero drogadicto jamás."
Y el murmullo de las patrullas que siguen a ese pobre que no esperó la flecha para dar vuelta.
Los tanques de Pemex bajo el puente, el pitido de los trenes,
el estéreo de los "estudiantes" de la casa verde que no se enteran si es martes o domingo (he visto muchas chavas distintas entrar por las noches, y siempre hay mucha luz. Creo que hacen algo porno).

Van a pensar que fui al oxxo por chelas. "De seguro se encontró a alguien"
"No mira, no se llevó los envases."
"Se perdió en la jarra," va a decir el Noti.

Voy a caminar. Seguir sin voltear.
Quiero dejar que me cubra el rocío y perderme en las sombras entre la pinera.
Esa madrugada en la playa, cuando me salí del carro para ir a caminar, ¿por qué tendrían los tres esa cara cuando regresé?




Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )


Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

NOCTURNOS 2.0

domingo, 2 de noviembre de 2008

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Mariana Del Campo García (Monterrey, Nuevo León. México. 1973 )

Egresada de la LICENCIATURA EN ARTES PLÁSTICAS, opción FOTOGRAFÍA (1995-1999) en la Universidad Veracruzana, en Xalapa, Veracruz. Participa en más de treinta exposiciones colectivas en diversas ciudades de México y el extranjero. En dos ocasiones ha recibido el ESTIMULO A LA CREACIÓN ARTÍSTICA Y CULTURAL DE JÓVENES CREADORES, otorgados por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC). Fue SUPERVISORA DE ARTE en la FOTOTECA del IVEC, en el Puerto de Veracruz. Actualmente maneja su despacho TRICICLO, de imagen digital en la ciudad de Xalapa.


Inés Cázares ( Hermosillo, Sonora. México. 1970)

En Sonora (México) a finales de 1970 vi por primera vez la luz. A los 24 años -con una Licenciatura en Arquitectura a cuestas- decidí fugarme de la vida que me prometían y me fui a vivir al D.F. No duré mucho, una anemia y la curiosidad por la foto me mandaron de vuelta a la provincia: Xalapa. Ahí estudié la Licenciatura en Artes Visuales; trabajé de cocinera, mesera, laboratorista, guía de galería. A lo largo y ancho de mi vida he tomado cursos de todo lo que se ha dejado: idiomas, cocina, dibujo, pintura, grabado, cine, instalación, etc, etc. No puedo estarme quieta. Entre mis trabajos “serios” se encuentran: supervisora de arte, ayudante de diseño arquitectónico, profesora de foto e historia del arte. He expuesto en algunos estados de la república mexicana y en dos que tres lugares a nivel internacional. Actualmente soy becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora y planeo un proyecto interdisciplinario a nivel noroeste.


Félix Cúneo Escamilla. (Veracruz, Veracruz. México. 1974 )
Fotógrafo y cordinador "La noche Proyecto"


Jorge Yañez Urreta ( Veracruz, Veracruz. México. 1971 )

Vive en una casa muy grande que no puede mantener limpia. Durante varios años ha estado haciendo cortos sobre objetos inanimados (el rabo de una manzana, una grieta, escolleras), hipnotizado por el deterioro. Tiene una fascinación cursi con el lenguaje de los bestsellers traducidos, y le acaba de salir una piedrita en el riñón.

Germán Romero Martínez ( Xalapa, Veracruz. México. 1976)

Nací en Xalapa, Veracruz. Siempre tuve interés por muchas cosas y lugares, sobre todo aquellos que veía a lo lejos en camino a otro lado. Es por eso que ahora me dedico a estar en muchos lugares. Todo el día ando en la calle o viajando: soy demasiado curioso y por eso me conseguí una chamba que me permitiera conocer muchos sitios y a mucha gente.

Estudié fotografía en la Universidad Veracruzana después de probar suerte en la Ingeniería Biomédica, las Ciencias de la Comunicación, el Comercio Internacional entre otras curiosidades. Después de terminar la carrera decidí continuar tratando de vivir una doble vida entre el estudio y el trabajo proponiéndome en estudiar la Licenciatura en Filosofía. Pero la chuleta ganó y terminé regresando a la calle y seguir haciendo foto.

He estudiado muchos cursos y talleres relacionados o no con la foto. También la he hecho de gestor cultural donde he diseñado, desarrollado y administrado proyectos en antropología y filosofía aplicada. He trabajado en varios estados de la República y fui asistente de Alex Webb para National Geographic. Actualmente tengo residencia en Xalapa, Veracruz, pero casi nunca estoy, normalmente se me encuentra en cualquier otro lugar haciendo foto editorial o documental principalmente.