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La Noche 3.8...

lunes, 31 de agosto de 2009

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Daniela Rea Gómez ( DF )
El miedo

Soñé con El Miedo. Era un hombre sin rostro que golpeaba con fuerza la puerta del baño donde yo estaba. Era una puerta de metal color amarillo pálido y un baño de cuadritos de mosaico azul. Yo estaba quizá desnuda y envuelta con una toalla, no lo recuerdo bien. Pero estaba mojada. El hombre golpeaba cada vez más fuerte y como ocurre en los sueños, yo no tenía fuerza para sostenerla ni para escapar de ahí. Mis piernas eran más como dos pesadas columnas de cemento que no me hacían caso y el aire una espesa película imposible de penetrar. Entonces me quedé ahí. Sentada en el baño esperando que El Miedo derrumbara la puerta. Junto a mi, tirado sobre el mosaico del baño, había un caracol de mar, grande, que sostuve con ambas manos. Se convirtió en mi arma. Cuando El Miedo entrara, se lo enterraría en la cara. Instantes después El Miedo entró y lo golpeé con el caracol de mar. El golpe me despertó y había un poco de sangre en mi almohada.


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )



Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )
Once minutos


Tenemos fácil once minutos observando el semáforo que permanece en rojo. Once, doce, trece. En mi nuca algo desciende y me gusta cómo se siente. Mis párpados son telón que cae aunque la función aún no finaliza. En mi placentero desmayo recuerdo que alguna vez mi mano le echaba sal a una babosa que intentaba subir por una pared amarillo óxido a unos dos metros de donde un jardín se alzaba, muy vegetal. De allí debió venir lo que ahora baja por mi nuca. Tenemos fácil once minutos mirando el semáforo en rojo. Volteo a vernos a todos: nos brillan los ojos, reímos como babosos y así estamos de dúctiles. Nos brillan las caras como manzanas acarameladas. ¿Estoy viendo a través de un celofán? Rojo expansivo en mis ojos acalenturados que miran las cosas como con dobleces. No….es el semáforo, no sé cuánto tiempo tengo viéndolo, serán unos siete minutos, no, once minutos, son once minutos. El semáforo me estalla en la retina, me duele. Cuánto tiempo tenemos aquí parados, pregunta alguien. Once minutos digo, pero no se si me oyen. Hablan y hablan y hablan. El rojo redondo del semáforo se ha descolgado y anda rebotando en los hombros y cabezas de todos.
Tenemos fácil once minutos observando el semáforo que permanece en rojo. Algo me irrita la pierna, intento revisarme pero estoy lampareado. No distingo texturas. Paso los dedos encima de la mezclilla, se van de largo; descienden de mi propia pierna y tocan lo que supongo la cubierta del asiento, un tanto rugosa, sube mi mano sobre la de mi vecina y le sujeto la muñeca deteniendo su jueguito de incendiar mi pantalón con su encendedor.
Tenemos fácil …unos once minutos.




Foto: Cintia Durán ( Jalisco )



Foto: Martín Cuende ( Veracruz )








La Noche 3.7...

lunes, 17 de agosto de 2009

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Foto: Cintia Durán ( Jalisco )




Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )

Rosa intenso en la pared que miro. Lejos, alguna gente supongo me extrañará. No tengo sed ni ganas de fumar, mucho menos de hablar. Perderme en un mar de olas aborregadas, como los de las gráficas de los libros de español de la primaria sería lo conveniente. Recién pagué el alquiler, lo que debía a Rubén que fueron más de tres meses de sopas instantáneas, el boleto de avión. Las tardes dejarán de ser lluviosas, vuelvo a mi país. Me llevo las mordidas del adoquín en los tacones y ninguna liquidación de los muchos trabajos que desempeñé. Lo que se avecina es desconocido, a pesar de ser familiar. Este rosa intenso de la pared es violeta de genciana en la herida que se ha vuelto el pasar del tiempo, ayuda a disminuir la noche instalada en mi estómago los últimos meses. Menos equipaje del que me acompañaba cuando llegué, menos peso corporal. Mañana habré de estar volando, más cerca de algún lugar, más lejos de otro y supongo que en esta patria prestada, alguien me extrañará.



Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )




Deisy Medel ( Veracruz )


¿Y si nunca nos volvemos a ver?

Camina, camina... salta entre las tumbas, libra los huecos, llega hasta los nichos. No pises la tierra o te puedes hundir, hundirte tanto que hasta le toques los huesos al diablo, sientas cómo sus cabellos siguen creciendo y creas que has encontrado a Sierva María. No existe. Deberías venir por mí, si te digo que me voy es porque quiero que me detengas, pero te quedas ahí parado, viendo cómo mi cuerpo se aleja a esperar el tren.

Ahora tendrás que esperarlo tú.

El tren cruzará el pueblo de nichos, encontrarás dolencias, deseos, recorrerás ese camino revestido de blancos monumentos con árboles de tamarindo a un lado, pa' hacer sombra. Camina más, camina... Baja, búscame entre todos los nombres, entre todas las vírgenes, entre todos los cristos y entre todos los ángeles. Estaré desnuda, para entonces mi ropa se habrá podrido, así como ahora se te está pudriendo el alma por no tener el valor de venir hasta mí.



Foto: Martín Cuende ( Veracruz )


La Noche 3.6...

lunes, 3 de agosto de 2009

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Foto: Cintia Durán ( Jalisco )


Deisy Medel ( Veracruz )

Acabo de matar a un hombre.

Soy una asesina. No quería hacerlo pero lo maté, se murió por mi culpa.

Iba manejando, la noche era fría, parecía que iba a llover, mucho tránsito, me detuve de repente, le di el paso a una camioneta negra, grande, blindada. El chofer me agradeció y al cruzar la calle se bajó del vehículo, sacó una pistola y disparó contra el tipo vestido de verde que esperaba de otro lado de la acera.

Yo lo maté. Si no le hubiera dado paso al de la camiota negra tal vez el otro hombre hubiera tenido oportunidad de huir. Contribuí en su muerte, yo lo maté, se murió por mi culpa...

Y ahora tengo este sentimiento de profundo miedo, de terror... Soy una asesina
Soy una malnacida, le vendí mi alma al diablo, no tengo alma, mato gente, asesina, perversa, malvada. Yo lo maté, se murió por mi culpa, por ser buena onda, por pendeja...



Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )





Foto: Martín Cuende ( Veracruz )