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La Noche 2.1

lunes, 10 de noviembre de 2008

 

Jorge Yañez ( Veracruz )

ROSAS BLANCAS
(esbozo de guión)

Luna llena, tapizada de bruma. La tierra, las rocas, todo está tapizado por la luz de la luna.

Un hombre desnudo, manchado de lodo, camina en el campo. Busca algo, husmea la tierra. La cámara lo encuadra a horcajadas, con la luna llena en el cielo.

De la luna cae un polvo que cae sobre la tierra donde él busca.

Hay unos troncos tirados sobre la tierra sobre los que crece musgo.

El hombre sigue escarbando en el polvo lunar. En eso se dirige hacia un tronco, se acuesta y, con un palo afilado, se suicida, se lo clava en el vientre.

La sangre escurre sobre el tronco, cae sobre el suelo pedregoso, forma pequeños charcos sobre la tierra negra.

Otro hombre desnudo camina por donde había escarbado la tierra el primero. Viendo el suelo parece encontrar algo.

Comienza a caer la niebla. Él escarba el suelo con los dedos y desentierra un hongo de cristal, un hongo que se ilumina a la luz de la luna. La niebla se vuelve densa.

Alrededor del muerto, la maleza se comienza a secar; la sangre se coagula. En las manos del vivo, el hongo brilla intensamente.

La tierra negra se mueve, comienza a avanzar hacia el muerto, entrando en él, anegándolo. Corre por el campo el muerto, entre la niebla, corre y su imagen se difumina entre telarañas húmedas en 1er. plano. Tierra negra le brota por la boca. Su imagen corriendo desnudo se difumina tras un cristal sucio en 1er. plano que se cuartea y se rompe y por un agujero del cristal se ve el cielo estrellado y la luna.

La imagen del muerto corriendo se ve reflejada en el hongo de cristal, que yace sobre la tierra. Y después, sobre la superficie del hongo, el reflejo de fuego.

El muerto yace sobre el tronco con tierra negra que lo comienza a enterrar, y la tierra arde en llamas.

La luna riega más tierra, que cae entre la niebla formando un cuerpo humano idéntico al del hombre sepultado, justo junto al tronco, el cuerpo iluminado por el fuego.

El muerto, con sangre en el abdomen, corre por la playa nocturna, entra en el mar, lo devoran las olas, desaparece.

Junto al muerto yace su copia en tierra, y poco a poco se comienza a cubrir de musgo. El vivo parece acabar de descubrir al hombre de tierra, pero parece no ver al muerto. Se acerca al hombre de tierra y todo se refleja en el hongo de cristal, que ahora parece estar lleno de niebla.

El vivo inspecciona el pecho del hombre de tierra, comienza a excavar en su pecho.

Sobre un cristal roto se refleja la luna llena. El cristal se cubre con una ola de agua de mar. Cuando se va la ola, la luna poco a poco reaparece. Vuelve a venir la ola, pero al pasar no queda más que oscuridad. De la oscuridad aparece, con fondo negro, un jarrón lleno de rosas blancas. La cámara se acerca en dolly pero los brotes quedan fuera del encuadre, que se encuadra sobre las espinas.

Entre espinas, por el bosque, corre el muerto.

El vivo sigue excavando en su pecho. La tierra que saca poco a poco entierra al hongo.

El muerto entra corriendo al cuarto de fondo negro donde están las rosas. Se toma unos segundos para recuperar su aliento, y se dirige hacia ellas. Al tomarlas, arden en llamas.

Arden en llamas las rosas blancas sobre el pecho del hombre de tierra. El vivo salta, busca su hongo y no lo halla. Sale corriendo pero se topa de frente con un muro.

En la playa, junto al cristal, hay unas tijeras. Corre sobre ellos el agua de mar.

Sentado sobre el tronco, con la tierra regada sobre sus piernas, embarrada en su pecho, el muerto corta los tallos de las rosas en llamas. Caen al suelo y, sentado, sereno, las ve extinguirse sobre la tierra.

Luego se levanta y, ante la mirada atónita del vivo, desentierra el hongo y lo coloca en el agujero del pecho del hombre de tierra.

El suelo rocoso. La luna. El reflejo de la luna sobre el hongo.

En el cuarto de fondo oscuro, junto al jarrón con las rosas carbonizadas, hay un carcaj. El muerto lo toma y, tras unos pasos, está en la playa. Toma un arco, toma del carcaj una flecha, y la dispara a la luna. Se salpica de sangre, corre al agua a lavarse. Las olas lo cubren, desaparece.

El vivo, separándose poco a poco del muro, camina hacia el hombre de tierra y, cariñosamente, entierra completamente el hongo en su pecho. El muerto no está sobre el tronco.

Con un látigo, el vivo golpea el cuerpo de tierra hasta destruirlo. Escapa de entre la tierra neblina.

Sobre la tierra derruida y nebulosa, el vivo coloca una caja de cristal, dentro de la cual se ve el mar de noche, con la luna llena iluminándolo.

CORTE A NEGRO.

Un ramo de rosas blancas, en llamas.

CORTE A NEGRO.

FIN


Foto: Mariana Del Campo (Veracruz)

Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Inés Cázares (B.C. Norte)



2 comentarios:

ultracromatica dijo...

Esta noche me gustó todita...
Chinos, imágenes autárquicas las tuyas: una flecha a la luna, rosas en llamas y un hongo repleto de bruma...(comparte un poco de ese amanita no seas ingrato)
Mariana, me gustan esas luces volando y sus ojos cubiertos. El verdecito que abunda lúgubre por todo el espacio.
Felisberto, te tiraste el clavado o solo viste? no sé porque tu imagen me hizo recordar aquel día de chanekes, julys y un monchis.

Un beso nocturno (no negro) para todos!

Paco Puentes dijo...

GENIAL!!!
¿Qué sería del niño de no haber aparecido la novia de tu amigo?.
Intentaré soñarlo esta noche.
Un abrazo y hablamos.