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La Noche 2.8...

lunes, 29 de diciembre de 2008

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Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.7...

lunes, 22 de diciembre de 2008

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Jorge Yáñez ( Veracruz )



Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.6...

lunes, 15 de diciembre de 2008

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Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.5...

lunes, 8 de diciembre de 2008

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Jorge Yáñez ( Veracruz )

Pieza para 16mm

B/N

EXT. PLAYA NOCHE

La banda sonora en general es ambiente, mar adentro.

La luna en cuarto menguante reflejada sobre la arena húmeda de la orilla de la playa. El mar cubre la arena, el reflejo se ve sobre el mar.

CU (Close-up) sobre el reflejo de la luna. Dentro del reflejo se puede ver arena moviéndose. Cuesta decir qué es qué entre la arena, el reflejo de la luna y el grano de la película de 16mm.

La luna reflejada sobre agua. Ya casi es luna nueva. El plano focal se mueve hacia debajo de la superficie del agua: la luna sigue ahí; hay una foto de la luna enjuagándose en agua en una charola de laboratorio. Por momentos hay reenfoques sobre la superficie, la luz que se refleja es en algunos cortes la lámpara del cuarto de revelado.

No queda claro si en la charola de revelado hay arena flotando sobre la foto de la luna.

Agua, mar adentro. La luna en cuarto creciente se refleja sobre el agua.

CU. Debido a lo irregular de la superficie, es casi imposible ver bien el reflejo, la pantalla mayormente negra de pronto tiene destellos, pero es fácil percibir que no está llena.

Cuando está llena, el reflejo sobre el líquido es perturbado por unas pinzas de laboratorio que entran para sacar una foto. Al salir pasa muy rápido por el encuadre fijo, no queda claro qué es lo que está retratado. Es una foto en formato medio, pareció una playa de noche con la luna en cuarto menguante. La toma se queda fija en el agua de la charola hasta que la superficie se calma y se ve el reflejo de un foco de laboratorio.

CORTE A NEGRO





Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.4...

lunes, 1 de diciembre de 2008

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Jorge Yáñez Urreta ( Veracruz )


El puente goteaba óxido.

Estaba parada junto a una cubeta de las que teníamos para las goteras.

¿De dónde vienes?

Del otro lado del puente.

Había aparecido en la oscuridad. Arrastraba ligeramente la pierna izquierda. Hace mucho que no llegaba nadie de allá. Pensábamos lo peor, del otro lado solo se escuchaba silencio.

Hacía semanas que no llovía. Goteaba salitre.

¿Qué ha pasado de aquel lado?

Caminamos por Montesinos. Aquí parece que ya todos están dormidos. Excepto ese niñito cabezón, Piolín le dicen, sus papás deben estar en su tienda. No le quiero decir a ella nada, acaba de llegar, pero me da la sensación de que varias de las tiendas están vacías. Tres meses llevamos aquí, ya hasta nos habíamos vuelto cuates de los tránsitos. Pero dejaron de venir.

De la pinera para acá parece un pueblo fantasma.

¿Y para allá?

No sé, siempre caminé hacia acá.

La tienda de Doña Prude también parece que está vacía. Si se fue quién va a hacer las picadas.





Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.3...

lunes, 24 de noviembre de 2008

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Pilar Baranda
El sueño
( Colaboración especial )


-¿Tienes algún sueño?
-Quiero subirme a un barco.
-¿De qué tipo?
-Uno grande, un crucero.
-¿Y eso?
-Pues, por un cuento que leí.
-¿Cuál?
-No me acuerdo como se llama…

Es la historia de una pequeña niña que viaja, sola, en un buque por alta mar. Los días con sus noches pasan en balde, se lanza al agua pues la soledad en la nave es grande, llega al fondo pero ahí tampoco encuentra nada y regresa entre suspiros, desilusionada, decepcionada.

Así que vuelve a la embarcación y construye una torre para llegar a las estrellas, pero al llegar, ve a un pequeño niño que jugaba con todas ellas; -he estado viajando solo, volando en una nube- le dijo -seguro tienes idea del tedio que yo tuve.

Enseguida se pusieron a jugar, y al jugar con las estrellas las cambiaron de lugar, mientras que abajo, muy abajo, en la tierra un astrónomo veía que en las estrellas algo raro, muy raro ocurría: ¡estaban todas desacomodadas! Pero con su telescopio, descubrió lo que pasaba.

El astrónomo les tomó una foto con su lente de gran aumento y la publicó en una revista de gran pronunciamiento, fue así como los papás de los niños se enteraron, que sus hijos jugaban con estrellas en el cielo empinado.

Fueron por ellos a despertarlos pues todo este tiempo habían estado soñando.

-¿Así termina el cuento?
-Si.
-¿Entonces todo fue un sueño?
-No, fue real, pero solo tú y yo lo sabemos.
-Quiero ese cuento.
-Es tuyo, lo hice para ti.


Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.2...

lunes, 17 de noviembre de 2008

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Jorge Yáñez Urreta (Veracruz )

Hace unos años me convencí de que había algo balsámico en dormirse con un cuento para niños. No tenía fundamentos, solo se me ocurrió un día. Irse a los sueños con la imaginación desbordada, quizá dejar un reguero de imágenes que los sueños podrían utilizar. Algo ahí parecía tener su lógica. Pensaba que lograría tener sueños más vívidos.

Muy pocos libros de cuentos para niños son divertidos para los adultos.

Una noche, en ese punto en donde vas cediendo en el control de tu mente pero todavía no te quedas dormido, empezó una historia. Un niño como de unos siete años se despertaba en medio de la noche e iba por agua a la cocina. Se asomaba por la ventana de su sala: el mar no estaba ahí. Veía yo claro cómo detrás de la barda del boulevard, a la altura del club de yates, solo había arena húmeda manchada de sal, fango, iluminada por la luz de la luna. Después de ver eso me dominó el sueño.

Recuerdo haber amanecido alegre al día siguiente, como cuando viste un buen concierto la noche anterior, y esa noche me fui a la cama con la ilusión de seguir sabiendo ese cuento. No sé bien cómo le hacía, ahora me cuesta más lograrlo, pero la mente completamente en negro, la voz interna silenciada… y la gente del pueblo –sí, se dejaba sentir como un cuento viejo— hablaba frente al arenal con algas sobre lo que se tenía que hacer para recuperar el mar. Con los saltos que dan los sueños, se decidía que el niño de siete años tenía que encargarse de esto, y eso implicaba por alguna razón ir a la luna. Así que todos en el pueblo empezaban a trabajar en hacer un poste enorme por el que el niño tenía que trepar hasta la luna. Había el detalle de que el poste no se podía trabajar horizontalmente porque si no tomaría la curvatura de la tierra y no podría llegar hasta la luna. Hasta ahí. Me quedé dormido.

Pasaron un par de días de esos en que te quedas dormido leyendo el libro de texto, estudiando para un examen de filosofía y no te acuerdas de nada más. Noqueado por los desvelos y el sueño que siempre me produce el cambio de horario en el otoño, me fui a la cama esa tercera noche y ya estando acostado me acordé ¡Ah, el niño!

No me costó ningún trabajo dejar mi mente en automático. Enseguida apareció: iba trepando por el poste, solo. El aire arriba parecía limpio. La tierra cada vez se veía más lejos, y ese niño trepaba con todo valor. Antes de llegar a la luna, la neblina se comenzó a poner espesa. Estaba muy cansado, solo eso avanzó la historia esa noche.

Y eso fue todo. La noche siguiente la novia de un amigo me pidió quedarse a dormir en el sofá. No durmió en el sofá. Tres años vivimos juntos. Nunca pude saber qué mas pasaba en el cuento.






Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.1

lunes, 10 de noviembre de 2008

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Jorge Yañez ( Veracruz )

ROSAS BLANCAS
(esbozo de guión)

Luna llena, tapizada de bruma. La tierra, las rocas, todo está tapizado por la luz de la luna.

Un hombre desnudo, manchado de lodo, camina en el campo. Busca algo, husmea la tierra. La cámara lo encuadra a horcajadas, con la luna llena en el cielo.

De la luna cae un polvo que cae sobre la tierra donde él busca.

Hay unos troncos tirados sobre la tierra sobre los que crece musgo.

El hombre sigue escarbando en el polvo lunar. En eso se dirige hacia un tronco, se acuesta y, con un palo afilado, se suicida, se lo clava en el vientre.

La sangre escurre sobre el tronco, cae sobre el suelo pedregoso, forma pequeños charcos sobre la tierra negra.

Otro hombre desnudo camina por donde había escarbado la tierra el primero. Viendo el suelo parece encontrar algo.

Comienza a caer la niebla. Él escarba el suelo con los dedos y desentierra un hongo de cristal, un hongo que se ilumina a la luz de la luna. La niebla se vuelve densa.

Alrededor del muerto, la maleza se comienza a secar; la sangre se coagula. En las manos del vivo, el hongo brilla intensamente.

La tierra negra se mueve, comienza a avanzar hacia el muerto, entrando en él, anegándolo. Corre por el campo el muerto, entre la niebla, corre y su imagen se difumina entre telarañas húmedas en 1er. plano. Tierra negra le brota por la boca. Su imagen corriendo desnudo se difumina tras un cristal sucio en 1er. plano que se cuartea y se rompe y por un agujero del cristal se ve el cielo estrellado y la luna.

La imagen del muerto corriendo se ve reflejada en el hongo de cristal, que yace sobre la tierra. Y después, sobre la superficie del hongo, el reflejo de fuego.

El muerto yace sobre el tronco con tierra negra que lo comienza a enterrar, y la tierra arde en llamas.

La luna riega más tierra, que cae entre la niebla formando un cuerpo humano idéntico al del hombre sepultado, justo junto al tronco, el cuerpo iluminado por el fuego.

El muerto, con sangre en el abdomen, corre por la playa nocturna, entra en el mar, lo devoran las olas, desaparece.

Junto al muerto yace su copia en tierra, y poco a poco se comienza a cubrir de musgo. El vivo parece acabar de descubrir al hombre de tierra, pero parece no ver al muerto. Se acerca al hombre de tierra y todo se refleja en el hongo de cristal, que ahora parece estar lleno de niebla.

El vivo inspecciona el pecho del hombre de tierra, comienza a excavar en su pecho.

Sobre un cristal roto se refleja la luna llena. El cristal se cubre con una ola de agua de mar. Cuando se va la ola, la luna poco a poco reaparece. Vuelve a venir la ola, pero al pasar no queda más que oscuridad. De la oscuridad aparece, con fondo negro, un jarrón lleno de rosas blancas. La cámara se acerca en dolly pero los brotes quedan fuera del encuadre, que se encuadra sobre las espinas.

Entre espinas, por el bosque, corre el muerto.

El vivo sigue excavando en su pecho. La tierra que saca poco a poco entierra al hongo.

El muerto entra corriendo al cuarto de fondo negro donde están las rosas. Se toma unos segundos para recuperar su aliento, y se dirige hacia ellas. Al tomarlas, arden en llamas.

Arden en llamas las rosas blancas sobre el pecho del hombre de tierra. El vivo salta, busca su hongo y no lo halla. Sale corriendo pero se topa de frente con un muro.

En la playa, junto al cristal, hay unas tijeras. Corre sobre ellos el agua de mar.

Sentado sobre el tronco, con la tierra regada sobre sus piernas, embarrada en su pecho, el muerto corta los tallos de las rosas en llamas. Caen al suelo y, sentado, sereno, las ve extinguirse sobre la tierra.

Luego se levanta y, ante la mirada atónita del vivo, desentierra el hongo y lo coloca en el agujero del pecho del hombre de tierra.

El suelo rocoso. La luna. El reflejo de la luna sobre el hongo.

En el cuarto de fondo oscuro, junto al jarrón con las rosas carbonizadas, hay un carcaj. El muerto lo toma y, tras unos pasos, está en la playa. Toma un arco, toma del carcaj una flecha, y la dispara a la luna. Se salpica de sangre, corre al agua a lavarse. Las olas lo cubren, desaparece.

El vivo, separándose poco a poco del muro, camina hacia el hombre de tierra y, cariñosamente, entierra completamente el hongo en su pecho. El muerto no está sobre el tronco.

Con un látigo, el vivo golpea el cuerpo de tierra hasta destruirlo. Escapa de entre la tierra neblina.

Sobre la tierra derruida y nebulosa, el vivo coloca una caja de cristal, dentro de la cual se ve el mar de noche, con la luna llena iluminándolo.

CORTE A NEGRO.

Un ramo de rosas blancas, en llamas.

CORTE A NEGRO.

FIN


Foto: Mariana Del Campo (Veracruz)

Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Inés Cázares (B.C. Norte)



La Noche 2.0

lunes, 3 de noviembre de 2008

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La noche proyecto se extiende y cambia, regresa con propuestas diferentes, la imagen y la palabra se releva, conservando la idea inicial de fotografiar y escribir teniendo a la noche como detonador de representaciones e ideas.
Es así como el proyecto continúa su camino, los invitamos a que sigan participando con nosotros.

Félix Cúneo Noviembre 2008



Jorge Yañez ( Veracruz)


Una noche voy a caminar por ese puente y ya no me verán volver.
Me voy a alejar. Voy a tocar las palmeras por última vez.
Solo van a encontrar mi grabadora y los casets tirados en la sala
y a Paquito maullando de hambre. Y las revistas que se mojaron porque dejé la ventana abierta.

Voy a pasar los tacos de Chevy, diciéndole a su hijo que es un zoquete y que tire los limones exprimidos. "Podrán decir que tu padre es borracho, pero drogadicto jamás."
Y el murmullo de las patrullas que siguen a ese pobre que no esperó la flecha para dar vuelta.
Los tanques de Pemex bajo el puente, el pitido de los trenes,
el estéreo de los "estudiantes" de la casa verde que no se enteran si es martes o domingo (he visto muchas chavas distintas entrar por las noches, y siempre hay mucha luz. Creo que hacen algo porno).

Van a pensar que fui al oxxo por chelas. "De seguro se encontró a alguien"
"No mira, no se llevó los envases."
"Se perdió en la jarra," va a decir el Noti.

Voy a caminar. Seguir sin voltear.
Quiero dejar que me cubra el rocío y perderme en las sombras entre la pinera.
Esa madrugada en la playa, cuando me salí del carro para ir a caminar, ¿por qué tendrían los tres esa cara cuando regresé?




Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )


Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

NOCTURNOS 2.0

domingo, 2 de noviembre de 2008

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Mariana Del Campo García (Monterrey, Nuevo León. México. 1973 )

Egresada de la LICENCIATURA EN ARTES PLÁSTICAS, opción FOTOGRAFÍA (1995-1999) en la Universidad Veracruzana, en Xalapa, Veracruz. Participa en más de treinta exposiciones colectivas en diversas ciudades de México y el extranjero. En dos ocasiones ha recibido el ESTIMULO A LA CREACIÓN ARTÍSTICA Y CULTURAL DE JÓVENES CREADORES, otorgados por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA) y el Instituto Veracruzano de la Cultura (IVEC). Fue SUPERVISORA DE ARTE en la FOTOTECA del IVEC, en el Puerto de Veracruz. Actualmente maneja su despacho TRICICLO, de imagen digital en la ciudad de Xalapa.


Inés Cázares ( Hermosillo, Sonora. México. 1970)

En Sonora (México) a finales de 1970 vi por primera vez la luz. A los 24 años -con una Licenciatura en Arquitectura a cuestas- decidí fugarme de la vida que me prometían y me fui a vivir al D.F. No duré mucho, una anemia y la curiosidad por la foto me mandaron de vuelta a la provincia: Xalapa. Ahí estudié la Licenciatura en Artes Visuales; trabajé de cocinera, mesera, laboratorista, guía de galería. A lo largo y ancho de mi vida he tomado cursos de todo lo que se ha dejado: idiomas, cocina, dibujo, pintura, grabado, cine, instalación, etc, etc. No puedo estarme quieta. Entre mis trabajos “serios” se encuentran: supervisora de arte, ayudante de diseño arquitectónico, profesora de foto e historia del arte. He expuesto en algunos estados de la república mexicana y en dos que tres lugares a nivel internacional. Actualmente soy becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sonora y planeo un proyecto interdisciplinario a nivel noroeste.


Félix Cúneo Escamilla. (Veracruz, Veracruz. México. 1974 )
Fotógrafo y cordinador "La noche Proyecto"


Jorge Yañez Urreta ( Veracruz, Veracruz. México. 1971 )

Vive en una casa muy grande que no puede mantener limpia. Durante varios años ha estado haciendo cortos sobre objetos inanimados (el rabo de una manzana, una grieta, escolleras), hipnotizado por el deterioro. Tiene una fascinación cursi con el lenguaje de los bestsellers traducidos, y le acaba de salir una piedrita en el riñón.

Germán Romero Martínez ( Xalapa, Veracruz. México. 1976)

Nací en Xalapa, Veracruz. Siempre tuve interés por muchas cosas y lugares, sobre todo aquellos que veía a lo lejos en camino a otro lado. Es por eso que ahora me dedico a estar en muchos lugares. Todo el día ando en la calle o viajando: soy demasiado curioso y por eso me conseguí una chamba que me permitiera conocer muchos sitios y a mucha gente.

Estudié fotografía en la Universidad Veracruzana después de probar suerte en la Ingeniería Biomédica, las Ciencias de la Comunicación, el Comercio Internacional entre otras curiosidades. Después de terminar la carrera decidí continuar tratando de vivir una doble vida entre el estudio y el trabajo proponiéndome en estudiar la Licenciatura en Filosofía. Pero la chuleta ganó y terminé regresando a la calle y seguir haciendo foto.

He estudiado muchos cursos y talleres relacionados o no con la foto. También la he hecho de gestor cultural donde he diseñado, desarrollado y administrado proyectos en antropología y filosofía aplicada. He trabajado en varios estados de la República y fui asistente de Alex Webb para National Geographic. Actualmente tengo residencia en Xalapa, Veracruz, pero casi nunca estoy, normalmente se me encuentra en cualquier otro lugar haciendo foto editorial o documental principalmente.


La noche 23, final de la primera parte...

martes, 21 de octubre de 2008

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Con estas dos últimas colaboraciones damos por terminado el primer corte de La Noche Proyecto, muchas gracias a todos los nocturnos que la hicieron posible...




Foto: Raúl Ortega (Chiapas)


Una noche glamorosa fuera de casa
Genaro Aguirre Aguilar

Por fin estábamos allí, haciendo cola para adquirir el ticket de entrada. Tantos relatos, tantos dichos habían ido cuajando con los años, que desde los días previos a nuestro arribo, sabíamos la visita era obligada.
La primera noche fue imposible, no sólo por el cansancio tras los cientos de kilómetros recorridos por carretera, sino porque sabíamos que ya estábamos donde queríamos, por lo que era cuestión de esperar la oportunidad. Esa vez, desde la ventana del hotel, la noche se revelaba citadina, cosmopolita, con sus calles atestadas de faros automotrices, de luces neón decorando la entrada de bares, restaurantes, cafeterías y todos aquellos rincones que se han convertido en iconografía propia de esta ciudad gracias al discurso cinematográfico, al arte pictórico y la misma industria de la moda.
De este lado, en la habitación, una mirada buscando, asimilando y recreando pasajes que se han ido anidando en la imaginación de quien, desde lejos ha sido admirador de su cine, de su gente y de todo aquello que tenga tintes de su cultura. Salir a cenar y confirmar parte de esos relatos añejados en el tiempo, por supuesto que supuso allanar el camino para lo que vendría más tarde; mientras, caminar por sus calles, embriagarse con su aroma, sentirse congelado por su frío, dejarse envolver por el glamour de sus tardes, era la dosis suficiente para ir tejiendo los anhelos.
No obstante, el clima comenzaría a jugar con el destino, pues al tercer día, para alguien de clima caliente el inclemente frío comenzaba a poner trampas en el camino. Aun con ello, estábamos claros: era ese día o nunca. Así que sin la sofisticación de su gente pero vestidos para la ocasión con bufandas y guantes, salimos a recorrer la ciudad, a echar un vistazo a los escaparates para terminar por degustar un buen almuerzo en un restauran hindú. Más tarde tomaríamos el metro.
Minutos después, parados como estábamos frente a ella, éramos diminutos seres en un presente colmado de historia y de ensueño. Cogimos los tickets, abordamos el elevador y conforme íbamos llegando al segundo nivel, el frío calaba hondo.
Una vez arriba, aquella noche revelada a los ojos, era la misma de otras ciudades, pero distinta por el poder simbólico de lugar. En un instante, estábamos en la cima del mundo, contemplando lo majestoso de una arquitectura urbana inspiración para otras tantas ciudades, con una perspectiva nocturna que permitía reconocer lugares lumínicos como nodos estratégicamente colocados en el interior de aquel manto nocturno.
Para cerrar con broche de oro, el corolario de aquella noche fue esperar que dieran las nueve para admirar el titiritar de aquella iluminación que en el 2000 arrancó el júbilo de los ciudadanos, quienes terminaron por reconocer que aún con lo costoso, la iluminación de la Torre Eiffel daría una belleza distinta a las noches parisinas. Y sí, algo tuvo de distinto aquella noche fuera de casa.

La 22...

lunes, 6 de octubre de 2008

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Set de thriller

Héctor Cortés Mandujano

Permanecía yo sólo en compañía de orquídeas, rosas y violetas sumidas
–como personas que esperan a nuestro lado, pero no nos conocen-
en un silencio que su individualidad de cosas vivas volvía más impresionante.
Marcel Proust, en “A la sombra de las muchachas en flor”.

¿Qué hacen las cosas cuando no las vemos? Los juguetes bailan, las camas vuelan, los árboles caminan. Eso lo sabe hasta mi gato. Las nubes, por ejemplo, a veces se vuelven el perfil de Mozart o en otras se conducen -Cortázar, dixit- “con su desintencionado desorden sempiterno”. Las cosas solas, pues, muestran un rostro y puestas ante la vigilancia humana, otro.
Una cortina de baño es casi protagonista de una escena en “Psicosis”, de Alfred Hitchcock: una sombra se ve detrás de ella, mientras una muchacha se baña; luego hay una mano con puñal, una música estridente y, al final, el agua que ya ha perdido su natural transparencia: es rojiza. La cortina fue cómplice de todo.
Veo la fotografía de Raúl Ortega, en la Noche 21. Es una cortina doble. Parece inocente. Se sabe vigilada, expuesta, se ven hasta las llaves, los mosaicos, el travesaño. Puede que ésta tenga una naturaleza distinta y sirva de set para otro tipo de películas domésticas. Tal vez. Con las cortinas nunca se sabe.


Foto: Raúl Ortega (Chiapas)


Foto: Félix Cúneo (Veracruz)


Foto: Alexis Sánchez (Chiapas)

La Noche 21...

lunes, 29 de septiembre de 2008

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Instrucciones para abolir distancias

Héctor Cortés Mandujano

Óyeme con los ojos, ya que están distantes los oídos (…)
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
óyeme sordo, pues me quejo muda.
Sor Juana Inés de la Cruz

1. Debes escribir desde una casa llena de cuadros, fotografías y libros; una casa blanca rodeada de árboles y flores. El lugar puede llamarse Berriozábal, Chiapas.

2. Las fotos que ves en el blog La Noche deben inspirarte historias sobre niños, animales míticos, fantasmas marinos, prostitutas, fauna literaria diversa. No debes ponerte límites.

3. Procura que tus textos sean breves, concisos. No sabes de cuánto tiempo dispone quien entre al espacio cibernético. No abuses.

4. Alguien debe emocionarse al leer tus ficciones, como tú te emocionas al escribirlas, y felicitarte desde algún lugar del mapita, que viene incluido en la página principal del blog. Tú debes sentirte contento con eso: haz hecho un nuevo amigo, una nueva amiga.

5. Si eso ocurre, ¿te das cuenta?, lo que tú escribes desde tu casa (mientras las flores rojas te ven desde el cristal de la ventana, mientras oyes a los pájaros que cantan su alegría porque ha llovido, mientras tus amadas perras ladran a quien pase cerca, mientras tu mujer y tu hija conversan en la sala) ya no será tuyo, sino de quien lee. Las distancias quedarán abolidas y tu lector reescribirá tu texto, se convertirá en ti por un instante, serán los suyos y los tuyos los mismos ojos que caminan de una palabra a otra. Ellos, los que leen, los que oyen con los ojos, estarán en tu casa y tú, en ese momento, los visitarás en donde estén…


Foto: Raúl Ortega (Chiapas)

Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Alexis Sánchez (Chiapas)

Foto: Isaac Aguilar (Veracruz)



Un medallón en la noche

Genaro Aguirre Aguilar


No sé si esta era el atardecer que había visto Clinto, pero sin duda el cobrizo brillo que irrigaba la luna sobre el sembradío de olivo, era de ensueño. Morfeo se había apoderado de mis ganas de seguir leyendo un libro que traía pendiente. No obstante, al liberarme fui testigo de algo que no olvidaré jamás.
Apenas abierto los ojos, por la enorme ventana del autobús que me trasladaba de regreso de Córdoba, en España, divisé un medallón prendido de lo que debiera ser una noche clara cuando mi reloj marcaba las 8:30 pm. Ya tenía noticias de lo tarde que anochece por esta época en Granada, pero ser testigo de ello es algo que muchos tendrían que vivir. Quisé sacar mi cámara pero ya no hubo tiempo. Un curva del camino sacó de mi ángulo de visión esa majestuosa luna que se ubicaba por encima de un horizonte que parecía rendido al valle sembrado de olivos.
Esperé y esperé, pero cuando volvió a descubrirse, estaba al otro lado. Quisé despertar a mi esposa para que ella registrara aquella magia de la naturaleza, pero arrebatada por el sueño, descansaba sobre uno de sus costados. Lo último que vi, fue un cuadro enmarcado por esas enormes ventanas de los autobuses españoles.
Allí se quedó para el recuerdo. Un luna como medallón cobrizo, que pendía de algún lugar de esa noche, generando un brillo que bañaba los olivos con rumbo a Granada.

La 20...

lunes, 22 de septiembre de 2008

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El destino de las muñecas*
Héctor Cortés Mandujano

A las jóvenes las exponen como los géneros en un almacén
en el que los hombres tienen la entrada libre
para elegir a su gusto.
León Tolstoi, en “La sonata a Kreutzer”

Apiladas, puestas en fila, coquetas, austeras, en cajas finas, colgadas como reses, bien vestidas, desnudas, las muñecas no pueden más que esperar a que alguien pregunte su precio, pida una rebaja (si son de puestos callejeros o de mercado) y, finalmente, se las lleve con rumbo desconocido.
Una tendrá la suerte de pasar la noche en una cama mullida, entre unos brazos amorosos; otra dormirá en el suelo; aquella será echada de malos modos al jardín o al patio.
Más de una sentirá que “un bracito ya se le rompió” y tal vez otra descubra que “sus amigos no son los del mundo” porque a ellos poco importa el destino de las muñecas a las que sólo quieren cuando son dóciles y se dejan hacer de todo, cuando no protestan y están sonrientes y pintaditas y calladitas y obedientes…

*Texto inspirado en la fotografía de Alexis Sánchez, publicada en La noche 18, del 8 de septiembre de 2008. Los entrecomillados finales corresponden a la canción “La muñeca fea”, de Francisco Gabilondo Soler, Cri-Cri.




Foto: Raúl Ortega (Chiapas)


Foto: Félix Cúneo (Veracruz)



Foto: Alexis Sánchez (Chiapas)


Foto: Isaac Aguilar (Veracruz)



Noche de graduación… de rosas y vinos
Genaro Aguirre Aguilar

Tras muchos años después, he vuelto a asistir a una cena de graduación. Ellos son doce egresados que han cubierto los créditos y alcanzado un promedio como para convertirse en los primeros estudiantes en formar parte de una generación que salvó obstáculos o pudo disfrutar las mieles del llamado Modelo Integral y Flexible de la Universidad Veracruzana.
No quisiera detenerme aquí, ni en los recuerdos que eventos de este tipo suelen generar en quien asiste (amigos, familiares, colados), finalmente lugares comunes a los que se vuelve de vez en vez, cuando se sabe pasó por experiencias similares en algún momento de su vida. No obstante, puede que quizá no quede de otra.
Y es que reconocer en estas diez chicas y esos dos varones un puñado de esperanzas, no impide dar un paso adelante para asimilar estos instantes de gozo que mañana podrán trocarse en momentos de claroscuro. He aquí lo festivo del rito de salida, he aquí un mañana que se encarna y se devela incierto; aquí doce corazones que al día siguiente empezarán un periplo para tratar de obtener los reconocimientos que cualquiera de sus profesores ya hizo a lo largo de su formación, pero que ahora corresponde a esta sociedad abrirse a la celebración para después acoger a quienes ya cumplieron con su parte.
Los veo y en cada uno de sus rostros, en sus sonrisas, en la felicidad que emana por sus cuerpos, los allí reunidos sabemos han cumplido con la apuesta de haber encarnado las esperanzas que seguramente sus padres depositaron en ellos, inversión de sueños que pudo desbordarse por el desvelo, pero que en cada abrazo, en cada gesto, en cada mirada que ilumina esta noche, pareciera arrojar saldos favorables.
Por ello, esta noche es de graduación. La ocasión para transmutarse en doncellas, en caballeros; en la suma de un mundo que ha trazado un compás de espera para congelar el tiempo y dejar que todos disfrutemos de los últimos alientos que como estudiantes universitarios estos jóvenes viven.
Qué importa que mañana les asalte la zozobra, les angustie saberse fuera de las aulas, ahora y junto a quienes más quieren, al lado de aquellos que pudieron llegar, tanto como esos otros que invariablemente se quedaron en el camino, pero que saben colmados de gozo, es tiempo de levantar y brindar en esta noche de rosas y vinos que ha sido diseñada para ellos. Por eso mismo, ¡salud!, aunque detrás de quien escriba, agazapadas estén las dudas y tal vez los llantos que hace muchos ayeres pudimos haber tenido.
En fin, esta noche es su noche, mañana… mañana será otro día.