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La Noche 3.8...

lunes, 31 de agosto de 2009

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Daniela Rea Gómez ( DF )
El miedo

Soñé con El Miedo. Era un hombre sin rostro que golpeaba con fuerza la puerta del baño donde yo estaba. Era una puerta de metal color amarillo pálido y un baño de cuadritos de mosaico azul. Yo estaba quizá desnuda y envuelta con una toalla, no lo recuerdo bien. Pero estaba mojada. El hombre golpeaba cada vez más fuerte y como ocurre en los sueños, yo no tenía fuerza para sostenerla ni para escapar de ahí. Mis piernas eran más como dos pesadas columnas de cemento que no me hacían caso y el aire una espesa película imposible de penetrar. Entonces me quedé ahí. Sentada en el baño esperando que El Miedo derrumbara la puerta. Junto a mi, tirado sobre el mosaico del baño, había un caracol de mar, grande, que sostuve con ambas manos. Se convirtió en mi arma. Cuando El Miedo entrara, se lo enterraría en la cara. Instantes después El Miedo entró y lo golpeé con el caracol de mar. El golpe me despertó y había un poco de sangre en mi almohada.


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )



Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )
Once minutos


Tenemos fácil once minutos observando el semáforo que permanece en rojo. Once, doce, trece. En mi nuca algo desciende y me gusta cómo se siente. Mis párpados son telón que cae aunque la función aún no finaliza. En mi placentero desmayo recuerdo que alguna vez mi mano le echaba sal a una babosa que intentaba subir por una pared amarillo óxido a unos dos metros de donde un jardín se alzaba, muy vegetal. De allí debió venir lo que ahora baja por mi nuca. Tenemos fácil once minutos mirando el semáforo en rojo. Volteo a vernos a todos: nos brillan los ojos, reímos como babosos y así estamos de dúctiles. Nos brillan las caras como manzanas acarameladas. ¿Estoy viendo a través de un celofán? Rojo expansivo en mis ojos acalenturados que miran las cosas como con dobleces. No….es el semáforo, no sé cuánto tiempo tengo viéndolo, serán unos siete minutos, no, once minutos, son once minutos. El semáforo me estalla en la retina, me duele. Cuánto tiempo tenemos aquí parados, pregunta alguien. Once minutos digo, pero no se si me oyen. Hablan y hablan y hablan. El rojo redondo del semáforo se ha descolgado y anda rebotando en los hombros y cabezas de todos.
Tenemos fácil once minutos observando el semáforo que permanece en rojo. Algo me irrita la pierna, intento revisarme pero estoy lampareado. No distingo texturas. Paso los dedos encima de la mezclilla, se van de largo; descienden de mi propia pierna y tocan lo que supongo la cubierta del asiento, un tanto rugosa, sube mi mano sobre la de mi vecina y le sujeto la muñeca deteniendo su jueguito de incendiar mi pantalón con su encendedor.
Tenemos fácil …unos once minutos.




Foto: Cintia Durán ( Jalisco )



Foto: Martín Cuende ( Veracruz )








La Noche 3.7...

lunes, 17 de agosto de 2009

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Foto: Cintia Durán ( Jalisco )




Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )

Rosa intenso en la pared que miro. Lejos, alguna gente supongo me extrañará. No tengo sed ni ganas de fumar, mucho menos de hablar. Perderme en un mar de olas aborregadas, como los de las gráficas de los libros de español de la primaria sería lo conveniente. Recién pagué el alquiler, lo que debía a Rubén que fueron más de tres meses de sopas instantáneas, el boleto de avión. Las tardes dejarán de ser lluviosas, vuelvo a mi país. Me llevo las mordidas del adoquín en los tacones y ninguna liquidación de los muchos trabajos que desempeñé. Lo que se avecina es desconocido, a pesar de ser familiar. Este rosa intenso de la pared es violeta de genciana en la herida que se ha vuelto el pasar del tiempo, ayuda a disminuir la noche instalada en mi estómago los últimos meses. Menos equipaje del que me acompañaba cuando llegué, menos peso corporal. Mañana habré de estar volando, más cerca de algún lugar, más lejos de otro y supongo que en esta patria prestada, alguien me extrañará.



Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )




Deisy Medel ( Veracruz )


¿Y si nunca nos volvemos a ver?

Camina, camina... salta entre las tumbas, libra los huecos, llega hasta los nichos. No pises la tierra o te puedes hundir, hundirte tanto que hasta le toques los huesos al diablo, sientas cómo sus cabellos siguen creciendo y creas que has encontrado a Sierva María. No existe. Deberías venir por mí, si te digo que me voy es porque quiero que me detengas, pero te quedas ahí parado, viendo cómo mi cuerpo se aleja a esperar el tren.

Ahora tendrás que esperarlo tú.

El tren cruzará el pueblo de nichos, encontrarás dolencias, deseos, recorrerás ese camino revestido de blancos monumentos con árboles de tamarindo a un lado, pa' hacer sombra. Camina más, camina... Baja, búscame entre todos los nombres, entre todas las vírgenes, entre todos los cristos y entre todos los ángeles. Estaré desnuda, para entonces mi ropa se habrá podrido, así como ahora se te está pudriendo el alma por no tener el valor de venir hasta mí.



Foto: Martín Cuende ( Veracruz )


La Noche 3.6...

lunes, 3 de agosto de 2009

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Foto: Cintia Durán ( Jalisco )


Deisy Medel ( Veracruz )

Acabo de matar a un hombre.

Soy una asesina. No quería hacerlo pero lo maté, se murió por mi culpa.

Iba manejando, la noche era fría, parecía que iba a llover, mucho tránsito, me detuve de repente, le di el paso a una camioneta negra, grande, blindada. El chofer me agradeció y al cruzar la calle se bajó del vehículo, sacó una pistola y disparó contra el tipo vestido de verde que esperaba de otro lado de la acera.

Yo lo maté. Si no le hubiera dado paso al de la camiota negra tal vez el otro hombre hubiera tenido oportunidad de huir. Contribuí en su muerte, yo lo maté, se murió por mi culpa...

Y ahora tengo este sentimiento de profundo miedo, de terror... Soy una asesina
Soy una malnacida, le vendí mi alma al diablo, no tengo alma, mato gente, asesina, perversa, malvada. Yo lo maté, se murió por mi culpa, por ser buena onda, por pendeja...



Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )





Foto: Martín Cuende ( Veracruz )


La Noche 3.5...

lunes, 20 de julio de 2009

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Foto: Cintia Durán ( Jalisco )


Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )

Títere de luz

Al abrir los ojos una rodaja de luz circundaba la recámara. Después de hacer el amor buena parte de la noche, la lucidez brotaba demencial a pesar de las pocas horas dormidas. Te estiraste. Al levantarte de la cama, piernas y brazos eran resortes. Títere fulgurante, aire en el desayuno. El día fue como en el círculo polar, como las pilas que duran, duran, duran.



Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )





Deisy Medel ( Veracruz )

Ha decidido irse. Lo decidió mientras estaba en la sala de espera de la clínica donde le harían un electroencefalograma. No hay más, debe irse. Si cuando salga el cielo es azul, debe irse. Si el océano es profundo, si la música es suave, no hay más, debe irse. Ve las fotografías, lee el libro, ¿por qué debería quedarse? El mundo gira, la gente llora…

Encontró su camino arriba mientras fumaba un cigarrillo… Ve las noticias, no cambia nada, un mediocre gana, un perverso pierde, un ejército sin patria gana otra guerra, un montón de gente despide a su rey, una niña llora, un amante escribe, un usurpador gobierna, un hombre mata, otro muere… No hay más, debe irse. No importa a qué lugar, debe irse, salir corriendo, echarse a andar, perderse en la vagancia.

En silencio acomoda un poco de ropa, cierra la puerta. Encontró su camino abajo, bebiendo una taza de té. Debe irse, dejar el hogar luego de tantos años de vivir en soledad.

No importa nada. Se va.





Foto: Martín Cuende ( Veracruz )



Daniela Rea Gómez ( DF )

Soñé con un barranco, soñé que me dirigía corriendo hacia él, en medio de un espacio vacío donde sólo se veían las rocas y el fondo, el fondo sin más fondo que los fantasmas de las nubes. Di un paso final, un paso que se quedó suspendido en el espacio antes de caer al precipicio, al infinito, al infinito porque cuando uno topa el fondo antes de llegar ya se sublimó hasta el infinito. En ese instante, en esa fracción de segundo antes de que la gravedad de la tierra me absorbiera, apareciste en el peñasco. Te agachaste, arremangaste tu camisa y me tomaste de la mano. Sólo dijiste mi nombre: Daniela.

El milagro, si hay milagro porque así decido llamarlo yo, no fue el rescate, ni salvarme de la infinitud, del reclamo de la tierra, no fue eso. En mi fondo, también hecho de nubes y precipicios, fue el saber que estabas ahí. No me salves. La tierra me reclama, yo no reclamo, sólo miro hacia tu presencia. Y hoy, al despertar, no recuerdo quién eres.



La Noche 3.4...

lunes, 6 de julio de 2009

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Foto: Cintia Durán ( Jalisco )
En memoria de Eduardo Camero




Deisy Medel ( Veracruz )


Corro.

Alguien me persigue, van tras de mí porque llevo un paquete, no sé qué es, lo tengo que entregar, ¿a quién? lo he olvidado... De día, de noche, el tiempo me come, viajo en taxi, en tren, autobús y...

Vuelo.

Sigo corriendo, al fin llego, entro a una torre, es como un faro, subo con cuidado pero las pinches escaleras se hacen cada vez más chiquitas, entre más subo más se estrechan, debo arrastrarme para pasar, todo es oscuro, el moho me mancha, el oxigeno escacea. Por fin se ve una luz...

Salgo.

Y resulta que estoy escalando una montaña de arena blanca a través de enredaderas, por suerte mis amigos están conmigo, pero el sol es muy fuerte, estamos muy alto, deslumbra, nos pega en la cara, irrita los ojos, agota.

Despierto.


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )


Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )

En off

Con el torso desnudo se asoma por la ventana de su cuarto en el tercer piso de la caja de zapatos donde vive. La sirena de la patrulla es una fatalidad afortunada; si es algo aparatoso lo que sucede al final de la calle cerrada, bajará a inventarse una historia para mandar a la editorial hechizo para la que hace pocos meses escribe.
Casi un canto de sirena, la sirena.
A más de un año sin un trabajo formal, alimentándose de canapés fríos, agua y té en ocasiones, el desfasado cuerpo de universitario le viene bien. La vanidad le distrae un poco y le gusta verse en el espejo y posar y verse las costillas e imaginarse que el tiempo no corre y él tiene más expectativas que el resto de los desempleados con panza que conoce, porque su aspecto de muchacho así lo dice. Baja con la cámara desechable en la mano y una playera con hoyos en el hombro izquierdo. El trayecto de la puerta de su cueva al sitio del accidente es demencial, le hierve de supuestos el cráneo. Traga saliva un montón de veces.
En el lugar de los hechos, el cuerpo tirado sin vida sobre la calle es más bien flaco. Desgarrada la ropa, un solo zapato envolviendo el pie que supone, por la vista del otro, feo y huesudo. A unos metros la muchacha que gime extendida en el piso no termina de entender-supone-lo que acaba de suceder. Mariposa con el ala en fragmentos. Los ojos avellana supuran agua salada, confusos.
Se abren como por primera vez, azorados.
Se cierran enérgicos como clausurando el derredor.
Inmóvil y algo espectral, mira al cielo alejado y las lágrimas la deslavan y la reducen a una mancha púrpura, texturizada.
Su rostro nublado resulta más fotografiable, platica más cosas que el muerto que yace a distancia, con la mirada en off.
La bebe con la cámara y llega hasta él a él una carga de historias cuyo punto en común es lo bello de la tragedia.


Foto: Martín Cuende ( Veracruz )


Daniela Rea Gómez ( México, D.F. )

Instrucciones nocturnas para hacer un agua de limón:

1.-Tome un poemario de Manuel Vázquez Montalbán.
2.-Arranque la hoja del poema "Rodajas de limón"
3.-Lea en voz alta los versos:

"Rodajas de limón
zumos de sol, cálido
verano, se digieren
algas
lentas como ahogados
(...)
loco, triste se desploma el cuerpo
como en un poema sentimental
(...)
preferible que nos despierten
las sirenas
preferiblemente que húmedamente nos ahoguemos"

4.-Coloque la hoja del poema en una licuadora.
5.- Añada agua.
6.- Licúe y beba.

No es necesario colar ni agregar azúcar.


La Noche 3.3...

lunes, 22 de junio de 2009

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Daniela Rea Gómez (DF)

Efectos de la nota roja en mi cerebro.



1.- Soñé que piloteaba un submarino azul, pero perdí las coordenadas y salí del océano para aterrizar junto a una gasolinera. Desde la ventada de un edificio cercano, alcancé a ver la explosión.



2.- Soñé que acuchillaba a un hombre, a quien no quise mirarle el rostro. Le clavé el cuchillo unas seis veces por la espalda hasta que su playera morada quedó roja de sangre. Pero él no murió y me persiguió por Avenida Universidad, me alcanzó y me clavó el cuchillo por la espalda tantas veces como yo lo había hecho. Antes de que me diera el sexto, morimos los dos.



3.- Soñé –una noche que puse debajo de mi almohada un floripondio para el buen dormir- que estaba en medio de un combate entre policías y narcotraficantes, cuyas balas eran pelotas y el campo de batalla el mar.



4.- Soñé que el mundo era un pez globo que me mordía el dedo gordo del pie.



5.- Soñé que estaba en la parada del microbús que va a la UNAM, cuando un hombre se acercó en su camioneta y me disparó con su 9 mm en el abdomen. No sentí el disparo, no salía sangre y cuando en un puesto de quesadillas me sacaron la bala, era un pedazo de nuez.



6.- Soñé que a Ana, mi amiga costurera, le picaba un botón.



Foto: Cintia Durán ( Jalisco )


Deisy Medel ( Veracruz )

El amor, el amor… le baila a su sombra, le platica, le quiere, pero no le ve.

Sólo la música y Dios, y las plantas y ese cuarto amarillo, sólo ellos saben cuánto lo desea, con cada poro, con las uñas, con sus pestañas, con cada uno de sus cabellos oscuros y rizados.

Se mueve sensualmente, instintivamente, cuando es más mujer que nunca, más bella. Y sólo cosas inmóviles son testigos fieles, atentos: ¿Qué hombre se está perdiendo de ella? ¿Quién espera a que le baile? Quizá no la conoce, pero seguro la imagina.

La imagina y ella lo besa, ríe y sigue bailando, bailando de un lado a otro, por todo ese cuarto amarillo, a media luz, con la lluvia sonando afuera, con el viento entrando por cada rincón, ese viento meneando su cabello cuando su cabeza gira y va de arriba a abajo. Baila, baila… siente cada nota, cada golpe, cada cuerda de guitarra, con los ojos cerrados la voz de Jim Morrison le atraviesa todo el cuerpo: I light another cigarette , learn to forget… learn to forget… va lenta, flexión, rodillas al vuelo, sin mover los pies pero sí el resto de cuerpo, la música sube poco a poco por cada línea de las arterias hasta llegar a levantar sus brazos y sentirse realmente libre, presa quizá del sonido…

¿Quién con quien ella quiera bailar se lo está perdiendo? ¿Quién a quien ella le quiera bailar?


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )


Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )

Jinetera

Bajo del taxi. La noche, maquillada como buena jinetera. Inica el recorrido: mi carne comanda. Sitio tras sitio, una mujer distinta se me adhiere, me pasa la mano por la entrepierna, ronrronea. Empujo a la última que ha logrado sacarme media hora de tragos y pretende luego sentarse sobre mis piernas. En mi pecho nada hierve, en mi vientre nada cambia. Subo a un taxi: la noche me ha fallado… Permanezco a la escucha.


Foto: Martín Cuende ( Veracruz )





La Noche 3.2...

lunes, 8 de junio de 2009

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Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )

Deslava el día la llovizna que afuera percute; hace hoyuelos en la tierra como aquellos dos que hacían que la delgada carne se hundiera simétricamente a cada lado de la boca silente. Boca silente que ratificaba la cara de mujer severa que iba, venía, volvía, se retiraba, trayendo en las manos permanentemente un cazo de leche. En cada una de las vueltas regresaba antes que ella el sonido del perol decantando su tibio contenido desde el fondo de la habitación, acompañado siempre del rumor de agua rebotando en la tierra. En medio de la tina improvisada, el pequeño monolito que era yo aspiraba a todo pulmón el olor a tierra mojada, escuchando la lluvia, esperando el siguiente viaje lechoso. No demoraba la luna en llegar, orificio ancho que como reflector en medio de tanta negrura la iluminaba al reclinarse sobre mí, enjuagándome incansable y sonriente, mientras mis dedos índices se acercaban extrañados a su rostro siempre adusto para guarecerse en sus hoyitos. Afuera la lluvia vigilaba que la noche no fuera más que luna llena y leche mientras ella me repetía “mi muñequita de sololoi”, peinándome con sus dedos largos los también largos cabellos. Generosas coincidencias hacían que mi padre llegara tarde muchos de esos días, él solía decir que los cuidados eran nocivos y me hacían mimada. En el zaguán una cinta atada a una campana nos alertaba y cuando la llegada de mi papá ocurría antes de finalizar mi baño, yo sabía que debía correr a mi cama y hacerme la dormida. Ella se deshacía de la leche y acomodaba los recipientes, ágil y silenciosa.
Afuera llueve y anochece y toca luna llena hoy. Aspiro fuerte el olor a yerbas y tierra mojada y exhala mi piel un suave aroma a leche.


Foto: Cintia Durán ( Jalisco )


Deisy Medel ( Veracruz )
Besos de Gato

Fabio lee en voz alta mientras escribe, mientras el viento murmulla y una lágrima que no moja le sacude el rostro. Apenas llueve, huele la humedad de la tierra, deja el libro y se asoma al balcón, la noche está desierta, un par de gatos se enamoran, gatos que se miran, que se desean, tallan sus cuerpos uno con el otro, se besan: besos de gato, de gato nocturno, de gato blanco y gata gris, gatos en celo que se aman en esta noche porque quizá mañana no se vuelvan a ver.

Parece estar quedándose dormido, entonces escucha otros ruidos ¡disparos, despierta!, voltea y al girar tira el viejo florero con una yoloxóchitl que se quiebra, pero no muere.

Amanece con esa tranquilidad que deja la lluvia, el mundo duerme, se respira el mar, el viento, el espíritu de los árboles, el color de sus hojas, el fulgor del cielo, la humedad del suelo, el vuelo del ave, el paso del tiempo. Todo está lleno de aroma y entre las plantas la observa, recostada, dormida, viva. Despierta, no piensa más:

-Te estoy soñando...


Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )


Daniela Rea Gómez ( DF )

El fin de la guerra

Una montaña pequeña. Un camino que la surca.
A cada lado un pueblo. En medio una guerra.
Un hombre, una mujer. Dos amores abstraídos.
Una casa frente a otra. Ellos son la frontera.
Su silencio terminó la guerra.
Arcadia, se llama el lugar.


Foto: Martín Cuende ( Veracruz )

La Noche 3.1

lunes, 25 de mayo de 2009

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Ligia Donají Ramos Soto ( Veracruz )


Noche usual, una bola de lumbre
Brujas volando en lo alto del Cerro del Borrego
El tic que se repite en tu cara como ondas
que una piedra esculpe al caer en el agua.
Una herida, boca con dientes de leche,
jamelgo alado visitando inquilinos endeudados contigo
hace lustros, hace horas.
La noche hace tiritar.
Apenas anoche la luna rebotaba en el marco de la ventana hacia allí mirabas idiotizada.
Cuatro años atrás las noches eran decadencia a través de una lupa, hinchazón, asco.
De regreso a la memoria las noches se descalcifican y son cartílago indefenso.
La noche usual, poco usual.
Camino a tramos en la cuerda floja, a tramos una ancha carretera con flechas que indican sur o norte.
Estática a veces, diurna en ocasiones,
la noche es usualmente poco usual.


Foto: Cintia Durán ( Jalisco )


Daniela Rea Gómez ( DF )

Mario Bros se gana una vida.

Si fuera cierto que las casualidades no existen, el coletazo que nos dio el huracán Dean a un compañero periodista y a mi cuando reporteábamos el desastre para nuestros diarios, sería la mejor muestra de ello.

Habían pasado seis horas de que el huracán rasuró la península de Yucatán, en agosto del 2007, cuando Diego y yo, a bordo de un “pejemóvil” que rentamos fuimos a Majahual para ver los estragos en ese puerto donde se construyó un muro para aislar a la pobre aldea de pescadores del muelle donde desembarcaban ricos turistas europeos.

Pero a mitad de camino, de esa aburrida y tensa recta de 70 km, una bolsa de aire provocó que el auto saliera disparado, diera tres vueltas en el aire y cayera en un mangle, donde comenzó a hundirse. Yo me estrellé contra el parabrisas y se me machacó el cachete izquierdo, se me voló un pedazo de piel y se me reventó la arteria, esa vena que lleva sangre al cerebro y que tiene la misma presión sanguínea que la primera orina de la mañana.

Si comúnmente por esa carretera pasan en promedio 4 autos por hora, después del huracán era un desierto: sin autos, sin señal de celular, sin ningún puesto de auxilio. Pero apenas cinco minutos después de que nos volteamos un automóvil surcó el silencio, le hice la parada con la cara ensangrentada y de la puerta trasera bajó un señor que sólo dijo “i am a doctor”. Y quien venía manejando el auto, Alejandro Tomáis, había sido piloto profesional en su lejana argentina.

Fue el doctor Adam quien me dijo que si no me cosían de inmediato me podría desangrar. Pero ellos traían sólo la gasolina suficiente para llevarme a un poblado intermedio llamado Limones, no a Chetumal donde estaban los hospitales, a una hora de distancia. En el camino cruzamos con una patrulla de la PFP y otro camión militar que nos negaron el apoyo. Ellos estaban ahí para retirar los árboles que el huracán dejó en las carreteras.

En Limones un señor llamado Daniel, taxista, se ofreció para llevarnos a Chetumal. Su casa de palma estaba completamente destruida. Acostada boca arriba, con mis playeras amarradas a la cabeza, veía el cielo despejado después de cualquier huracán, árboles destrozados, narices jadeantes, ojos alertados porque la sangre no paraba… Por fin llegamos al hospital que estaba inundado, sin luz eléctrica y con un tímido estudiante de medicina que salió disparado del hospital en busca de doctores en cuanto me vio. El personal médico estaba reparando los techos y ventanas de sus casas, destruidas por el huracán.

La cirugía empezó sin anestesia –el anestesiólogo estaba atrapado en el techo de su casa- y duró cuatro horas. Me sacaron 25 pedazos de vidrio de la cara que aún guardo como amuleto. Al día siguiente llegaron al hospital con un peluche Alejando y Adam, los tipos que me salvaron la vida. Ahora los veía con su cara de abuelos benévolos, más parecidos a ángeles de la guarda que a un piloto profesional y un médico jubilados. Dicen que minutos antes de encontrarme en la carretera venían discutiendo si valía o no la pena seguir el camino, si de todos modos estaba destruida su casa de campo.

El periódico pidió que me trasladaran a la Ciudad de México en un avión de Presidencia, porque los vuelos comerciales estaban suspendidos.

Dos semanas después del accidente, durante el reposo en casa, soñé que era Mario Bros y me ganaba una vida.



Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )


Deisy Medel. ( Veracruz )


Todo es naranja, tengo miedo. Escucho las balas a lo lejos, pero las siento muy cercanas. De repente me veo cargando a un bebé que ha sido ahogado en una botella, es una locura, ¡sé que estoy soñando y me quiero despertar! Abre los ojos, ouvre les yeux... Jardínes de epífitas, ahora estoy como en Babilonia, con el estrés de Babilonia: un hombre muerto camina directo a su propia tumba, lleva un sombrero de tela, está viejo, barbado y canoso. Un hada lo ve y le teme, cae y se arrastra entre las enredaderas... Ahora todo es verde. ¡sé que estoy soñando y no me quiero despertar! Abre los ojos, ouvre les yeux...



Foto: Martín Cuende ( Veracruz )

Nocturnos 3.0

jueves, 21 de mayo de 2009

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Daniela Rea Gómez. Guanajuato, México. 1982


Canceriana con ascendente acuario. Daniela trabaja con una máquina de teclas y otra de fotos. Es una chichimeca (de Guanajuato) exhiliada en Tenochtitlán, pero cuyo corazón extraña al puerto jarocho con todo y su olor permanente a tubería. Tiene obsesión en coleccionar tiliches de la calle (fotos, corcholatas, botones, hilos) y de bailar con el mismo tum tum de caderas lo que le pongan: salsa, rock, bachata o vals. Le gusta la tristeza. A veces la tristeza le hace sonreir.
Tiene una colección de sueños extraños donde se incluyen hombres en forma de toros, peces que muerden dedos gordos del pie y hasta un homicidio perpetuado con con el "múm bolita mágica".

Deisy Medel. San Andrés Tuxtla, Veracruz, México. 1982

Nací en la paradisiaca región de los Tuxtlas el 5 de abril de 1982. Empecé a estudiar fotografía a los 17 años en San Andrés Tuxtla, bajo la tutela de Estuardo de Ganges, fotógrafo chiapaneco. A los 18 llegué al puerto e ingresé a la Lic. en Comunicación en la Universidad Mexicana Plantel Veracruz. He trabajado mucho en diseño gráfico y editorial como free lance y formalmente en algunos proyectos de la Universidad Veracruzana y Pemex. Desde 2005 trabajo en el Periódico Imagen de Veracruz como operadora de scanner y fotoarte, a la par he publicado algunos reportajes y fotografías en el mismo y en las revistas Llave y Ventana de Papel. Trabajé como fotógrafa de una agencia en Barcelona, pero nunca me pagaron... Hace dos años descubrí la Lomografía y me enamoré del color, gracias a ella he expuesto colectivamente en Xalapa, Zacatecas, Guadalajara, Puerto de Veracruz y en Londres, Inglaterra.

Actualmente disfruto de mi primera exposición individual y además estoy trabajando en un proyecto personal basado en imágenes, texto y color. Mi objetivo es hacer un libro de autoficción y poética documental. Me gusta mucho escribir, casi siempre me baso en historias increíbles y maravillosas que ocurrieron en mi familia, siento que sino soy yo quien las plasma en papel, nadie más lo hará y se perderán en el tiempo...

Ligia Donají Ramos Soto. Veracruz, México 1976.

Comunicóloga. Actualmente laboro para el Cevart (Centro Veracruzano de las Artes ), en promoción y difusión. He escrito para algunas publicaciones y escribo por pleno y puro gusto. Me late viajar y observar. Me late imaginar y luego escribirlo.


Cintia Durán. Morelia, Mich. México. 1985

Estudió la licenciatura en medios audiovisuales, fotografía en Fabrica de imágenes así como diversos talleres en el área de fotografía y cinematografía por parte de la Universidad de Guadalajara. Su obra ha sido expuesta en diferentes estados de la república como Jalisco, Nayarit, Michoacán, Guanajuato, San Luís Potosí, México DF, Oaxaca, y en Los Estados Unidos.
Fue Becaria de los talleres integrales Foto Guanajuato en 2005. Ganadora del 3er lugar en el 2do premio de fotografía contemporánea de la revista Fahrenheit en 2008, ganadora del Primer lugar en la 1ra Bienal de fotografía de Guadalajara 3.14. y selección oficial en el XXIX Encuentro Nacional de Arte Joven 2009. Actualmente cuenta con la Beca PECDAM en la categoría de jóvenes creadores y coordina los talleres en Generador Proyectos Fotográficos.
www.cintiaduran.com www.generador.com.mx


Félix Cúneo Escamilla. Veracruz, México 1974

Fotógrafo independiente, Coordinador "La Noche Proyecto", becario del FOESCA (Fondo Estatal para la Cultura y las Artes ) en dos ocasiones por proyectos fotográficos documentales, su obra se ha expuesto en México, España, Francia, Grecia y publicado en medios nacionales y extranjeros.
www.flickr.com/photos/felixcuneo


Martín Cuende. Puerto Ordáz, Venezuela. 1978

Venezoargentijarocho, una persona de múltiples nacionalidades, desde hace unos años firmé con la última.
Flaco, alto, hiperactivo, le encanta la lasagna, es cómplice inseparable y eterno, de la música, no puede faltar nunca en su realidad; vaya a dónde vaya, lo hace con su cámara.
Le encanta viajar, quizás su hiperactividad es la responsable de hacerlo sentir esa necesidad de constante movimiento; o sus varias tierras son las que lo incentivan a conocer más, todo el tiempo; aunque sus fotografías demuestran que la razón es encontrar imágenes, acá, allá, en todos lados ...mientras más lugares, mejor!
Acá estudió Comunicación, porque le interesa la transmisión de información, lo confirma transformando mucho de lo que vive en imágenes.
Ha asistido a unos cuantos (tantos!) talleres de fotografía, y participó en varias exposiciones, siempre colectivas. Sólo 1 individual ambientando un café. Y su casa está llena de fotos.
Su formación, relacionada con las imágenes, es permanente. Está siempre en la búsqueda de darle un sentido a las fotografías. Ahora está cursando un Diplomado en Curaduría del Arte, con el propósito de lograr ordenar su inmenso archivo fotográfico ...menuda tarea! Él lo sabe mejor que nadie.
Tiene un perro gigantón: Ulises, que no colabora en la toma de fotografías, pero posa muy bien si se él lo pide.

lunes, 13 de abril de 2009

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Proyecto la Noche llega a su fin en esta etapa, la segunda. Próximamente estaremos presentando a los nuevos nocturnos, agradecemos de nueva cuenta a los participantes en esta y a todos ustedes que nos siguen cada semana.

También invitamos a que nos manden propuestas de fotógrafos y escritores que quieran colaborar con la nueva temporada de la Noche.

Reciban un afectuoso saludo

La Noche 2.23...

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Jorge Yáñez ( Veracruz )


Recuerdo el verano en que fue el Mundial de Corea. Los partidos eran a partir de las once de la noche y nos quedábamos viendo futbol hasta por ahí de las cuatro de la mañana. No llovía y hacía calor en las noches, y las cucarachas volaban a sus anchas.

Recuerdo una noche en particular en que mi amigo Joaquín había preparado Delicias de no recuerdo dónde, un sitio en España, que eran unos dátiles sin semilla rellenos de almendra y luego envueltos en tocino y fritos en aceite muy caliente. El chiste está en que el tocino quede cruJustificar a ambos ladosjiente pero el dátil esté todavía fresco. Hacía mucho calor en la cocina y Joaquín tenía puestos dos ventiladores de pedestal y freía todo sin camisa. Luego llevó las charolas con las delicias a la sala, que todavía tenía los asientos de terciopelo rojo que había dejado mi abuela. Estábamos comiendo eso cuando un par de veces entraron cucarachas volando por la ventana de la sala; una chocó con mi cara mientras masticaba. “Aaaaagh”, gritar sin escupir el tocino caliente. Más tarde otra entró y me chocó en un costado. Recuerdo la sensación de limpiarme en donde me había tocado el bicho y sentir el sudor escurriendo por mi piel mientras un jugador japonés con un corte como de Astroboy pero en rojo corría detrás de un balón. Lo peor es que no se podía cerrar la ventana, estuvimos el resto de la noche esquivando cucarachas y apachurrándolas cuando aterrizaban en la pared o el piso.

Si mal no recuerdo.



Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. ( Veracruz )

La Noche 2.22...

lunes, 6 de abril de 2009

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Foto: Mariana Del Campo (Veracruz)

Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Inés Cázares (B.C. Norte)

Foto: Germán Romero Mtz. (Veracruz)

La Noche 2.21...

lunes, 30 de marzo de 2009

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Jorge Yáñez ( Veracruz )

Es de noche y la lluvia está lavando el lodo de las ventanas. La cocina sigue oliendo a cerdo recién frito. El perro estaba aquí antes de que empezara la lluvia. A ver si no se enferma. Voy a dejarle la puerta abierta aunque se empape esto. Con la luz apagada, así, aquí me quedo, sentado en la mesa, respirando la lluvia y oyendo el escándalo que hace en el techo de lámina de atrás.
Si tan solo tuviera una cerveza. Pero me da flojera bajar por el túnel de lámina. Es un misterio para mí. En el cuarto de atrás, que tiene el piso de tierra –y que ahorita se ha de estar haciendo lodo por la gotera—hay un hoyo forrado con lámina acanalada. Tiene una escalera de aluminio ahí metida, y baja uno y en el fondo del hoyo hacia un lado mete uno la mano y siempre hay una cerveza fría. Me lo dijeron desde que me dejaron la casa para que cuidara la milpa. Hay veces al medio día que hace tanto calor que sí bajo, la agarro y me la tomo pero me da algo de miedo no saber de dónde sale.
Ahí estás pinche perro, ve cómo vienes, no, no te vayas a… tu madre, ve, ya mojaste hasta la estufa. Abro el refri y toda la mugre del piso se ilumina. Saco una pata de pollo en mole. Toma, se la pongo en su plato. La saca y la pone sobre su mancha en el suelo. Ahh. No entiende. Me le quedo viendo pero ni me voltea a ver. Tiene pedacitos de mole coagulado en los bigotes. Luego no vaya a querer venirme a lamer.
Y sí, cuando me vuelvo a quedar clavado en la lluvia viene a que lo acaricie y me embarra el pantalón de mole. Le meto un empujón, Sácate por ahí. La mesa me lo tapa, no se a dónde se va. Ojalá mañana llueva todo el día porque no tengo ganas de pararme a arrancar hojas secas. Está fuerte, igual y llueve toda la semana. El ruido de la lámina de atrás me va a dejar loco. ¿Y el perro? Me levanto un poco de mi silla y lo veo que está cerca de la puerta lamiendo agua del charco que se está haciendo en el piso. Pienso, quién fuera tú.



Foto: Mariana Del Campo ( Veracruz )

Foto: Félix Cúneo ( Veracruz )

Foto: Inés Cázares ( B.C. Norte )

Foto: Germán Romero Mtz. (Veracruz)

La Noche 2.20...

lunes, 23 de marzo de 2009

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Jorge Yáñez (Veracruz)

El fondo de una cantina oscura. Frente a la puerta, afuera, el bosque.

La mesa de madera. Una especie de zumbido flotando en la obscuridad. Solo en partes iluminada la pared revelando que es azul óxido. El olor a humedad de cueva. Y helada. El piso de piedra.

Estoy descalzo. De la oscuridad aparece una mesera.

Tráeme una más.

Después de que la pido sigue avanzando lentamente hacia mí. Se detiene. Exhala el humo de su cigarro. ¿Tú de dónde eres? La verdad no tengo recuerdo, sólo los últimos 3 años. ¿Por qué? ¿Qué te pasó? No recuerdo. ¿Nadie te dijo? Nadie de por aquí me conoce. ¿Cuándo llegaste? Hace 3 años. ¿Cómo? Aparecí en el bosque, cerca de aquí. Realmente es obscuro este lugar, pero veo su piel y se ve suave. Su pelo corto, tasajeado, rojo; sus cejas negras. Más al rato va a haber sacrificio, onda yoruba. Señala hacia el fondo. Se va por la otra cerveza, sigue caminando por el pasillo, se la traga la penumbra. ¿De qué es ese zumbido?

Abajo hay un sótano, ahí asan a los cerdos. Todo ahí está iluminado con velas en candelabros de metal fijos a la pared y todo hacia arriba está chamuscado. La luz a veces entra directa por unos respiraderos que van hacia arriba, hacia la tierra, por ahí de las once, once veinte. De ahí en fuera todo arriba de donde llega la luz de las velas parece que se pierde en la penumbra. Ahí abajo, si uno sigue caminando derecho por el pasillo del fondo, está la orilla del lago. El pasillo es delgado, pero al mero final se abre en un lago. No sabes cómo, el techo se vuelve oscuro pero no puedes diferenciar en qué momento deja de ser la piedra y ya es cielo. De pronto hay estrellas, pero la obscuridad lo absorbe todo.

A lo lejos, una mujer parece caminar sobre el agua, cargando una piedra enorme. Es esbelta, y cargar la piedra no parece costarle ningún trabajo. Suelta la piedra de golpe. Se para en un pie sobre una de las ondas que hace la piedra en el agua. Se va equilibrada, parada sobre la onda. Se pierde en la oscuridad.


Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Inés Cázares (B.C. Norte)

Foto: Germán Romero Mtz. (Veracruz)

La Noche 2.19...

lunes, 16 de marzo de 2009

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Jorge Yáñez (Veracruz)

“Se me olvidó empacar lo del perro.”

“Se llama Paco.”

Chale, era lo último que quería yo escuchar. Era la una de la mañana cuando llegamos, había manejado todo el día, y Paco ya había vomitado el asiento de atrás del carro. ¿Dónde iba a dormir? El suelo estaba helado y, después de buscar no encontré un tapete ni en la sala de estar ni en la salita. Todo estaba realmente austero. A ver si no intentaba meterse a la cama entre nosotros.

Saqué todo del carro, llevé las maletas al cuarto, y fui a inspeccionar el baño –que tuviera agua— y la cocina—que no hubiera cucarachas muertas. Cuando regresé al cuarto, ella ya estaba dormida, y el perro estaba en la otra mitad de la cama, acurrucado sobre el cobertor. Con todo, yo no me quería tirar en la cama. Sabía que iba a dar vueltas y que probablemente la iba a despertar y, la verdad, mejor que se quedara dormida. Me di la vuelta para salir del cuarto y vi que Paco abría un ojo, sin mover la cabeza.

La luz de la sala estaba apagada. Así me quedé, viendo el bosque a través de la ventana. ¿Cómo se va a ver todo esto mañana cuando salga el sol? ¿Creo realmente que se va a destensar nuestra relación por pasar los dos solos aquí un fin de semana? Estoy tenso nada más de pensar en los dos días que vienen. Por lo menos Paco está aquí. Aunque le gusta mucho salir a pasear con ella.

“Paco” dije en voz baja y eso me sorprendió.

¿Cuánto tiempo llevaba ahí parado? ¿10 minutos? Para lo cansado que estaba de la manejada era mucho tiempo, y me estaba neurotizando ahí solo. Fíjate en qué hay enfrente, sal, camina, relájate. Abrí la puerta para salir al bosque y al cerrarla casi machuco a Paco. “Ey, qué bien que te despertaste.” Bueno, era un decir, realmente estaba medio dormido. Caminaba a mi lado como en automático, apenas y se detenía a oler la yerba. Yo caminaba lento, obviamente sin dirección. Hacia delante la luna dejaba ver una forma alta. Dos árboles se torcían y se enredaban en las copas. Una especie de túnel se formaba bajo la maraña. ¿Cómo le hacen los perros? Aunque seguí caminando al mismo ritmo, empezó a avanzar más rápido que yo hacia esas sombras. Volteaba y caminaba un poco hacia mí, y volvía a adelantarse, y así hasta que llegamos bajo los árboles.

“¿Te gusta?”

Me senté en la yerba húmeda recargado contra el árbol. El campo era una quietud total. La luna detrás de unas nubes apenas iluminaba el campo, y solo de vez en vez corría algo de aire y se oían las hojas de los árboles acariciándose. Cerré los ojos y
respiré hondo. Empecé a exhalar lentamente, conciente de cómo el stress se iba haciendo menor. Respira. Cuando exhalaba, me sacó de mi trance la lengua de Paco lamiéndome los ojos.




Foto: Mariana Del Campo (Veracruz)

Foto: Félix Cúneo (Veracruz)

Foto: Inés Cázares (B.C. Norte)

Foto: Germán Romero Mtz. (Veracruz)