Palabras de amor para una niña que duerme*
Héctor Cortés Mandujano
Héctor Cortés Mandujano
A Jimena, mi ahijada
Tal vez, detrás de tus ojos cerrados, tu mundo sea el camino donde también vuelan las hadas, canta la luna y la lluvia es un descenso de diminutos ángeles líquidos.
Quizás la sonrisa que se te adivina en el rostro, cuando duermes, es porque en esos momentos has encontrado un universo de dulces imposibles, juguetes locos y árboles que bailan.
En tus sueños, con seguridad, no hay brujas malas ni ogros. No les temes, de cualquier modo, porque, si aparecieran, ya sabes que papá y mamá son los superhéroes que pueden vencer a todos los monstruos con sus poderes mágicos.
No hay nada más bonito que verte dormida, porque en tu cara sólo se puede adivinar la paz y la seguridad de que las estrellas no son mundos muertos, sino puntos luminosos de donde nacen las maravillas.
Cuando duermes, los ríos de tu cabello fluyen hacia la alegría del viento inmóvil de la sábana con la que te cobija nuestro amor.
Tus papás, hija, te buscamos una noche por el cielo y quisimos que vinieras a darnos tu luz y la felicidad de saberte nuestra. Dibujamos en nuestra imaginación una niña como tú y llegaste exacta, como el dibujo que hicimos juntos. Quisimos que vinieras a este mundo difícil, porque estamos convencidos que con tu presencia se volverá mejor: los niños son la esperanza de las flores, los amigos de los árboles, los protectores de los animales, los hermanos de la humanidad, el futuro de la vida.
Sabemos que a veces los días son complicados y feos, llenos de cosas que a pocos gustan, pero supimos desde siempre que, a cambio de todo lo que nos regalas, no sólo sería tuya la realidad de los ojos abiertos, sino también la posibilidad de cerrarlos y soñar. El mejor regalo que quisimos para ti son los sueños, los lindos sueños que te hacen feliz. Buenas noches, amor.
*Texto inspirado en la foto de Raúl Ortega, publicada en La segunda noche, el 19 de mayo de 2008.
Foto: Raúl Ortega ( Chiapas )
De oscuridades en el cine
Genaro Aguirre Aguilar
No son pocos los cantantes a quienes sigo la pista quienes en buena parte de su obra musical, toman como punto de inflexión al cine (Serrat, Sabina, Serrano, Aute), no sólo para recrear temáticas, sino igual para provocar maneras de entender lúdicamente lo que ha representado para el ser humano una industria de la emoción que -cuando se vive metidos en la sala cinematográfica-, es un poderoso vehículo catalizador de lo que psicológica, cultural y socialmente podemos llegar a ser en esa atmósfera claroscura.
En este contexto, soy de aquellos que en las matinée de a 3 x 1, aun recuerda sus primeros escarceos emocionales, llevando como cómplice una penumbra que se vivía mejor, trepados en el gallinero. Desde esas alturas, la perspectiva que se tenía de la pantalla, lo mismo de aquellos que preferían sentarse abajo, era envidiable; sin descontar la posibilidad de ver de cerca las parejitas que, distantes de una historia cualquiera y materializada sobre el lienzo blanco, preferían contar y firmar las suyas sobre sus propios cuerpos.
Anécdotas las hubo como las sigue habiendo. De ello, el mismo cine se ha encargado de mitificarlas: chiquillos masturbándose en el rincón más alejado de la sala, putones de closet escabulléndose al baño para espiar de reojo un pene clandestino, la adolescente dejándose hacer para vivir ese cosquilleo que provoca una mano debajo del brasier o su calzoncito, señoras encopetadas o solteronas en busca de una ingenua aventura en apenas un guiño de ojo, tanto como los malandrines que sólo se dedicaban a escupir a quienes estaban en la parte baja.
De eso, como jóvenes y adultos muchos espectadores también tenemos nuestros relatos, gozosos por lo lúdico, como asombrosos por lo atrevido. Como aquella mañana que éramos los primeros en la fila para adquirir el boleto, cuando un joven comenzó a convulsionarse y escupir espuma blanca por la boca. Es de imaginar el barullo que se hizo a la entrada, para finalmente tras unos minutos ver como ese chico y algunos amigos, se carcajeaban del terror que teníamos en nuestras caras (era pura sal de uva). No es leyenda urbana ni referencia a la película del mismo nombre. Sucedió. Igual que aquella ocasión cuando, justo en el momento en que un viejo pistolero cabalgaba bajo el sol, tambaleándose andrajoso, escuchamos allá abajo que alguien gritaba encendieran la luz. Minutos después y ya en la claridad de la sala, alrededor de una mujer bañada en sangre, un grupo de personas trataban de asistirla. Nunca supimos qué pasó, como tampoco las razones del porqué la función se suspendió sin ser devueltas las entradas.
Hoy que los complejos cinematográfico han hecho del cine otro tipo de experiencia, siento que lo lúdico amoroso y sexual, cada vez más deja paso a una higiene social, clausura las salas de cine como lugar para el aprendizaje corporal, pues el comportamiento y las buenas costumbres se sobre imponen; si bien hay aquellos adolescentes, jóvenes y adultos que -de vez en cuanto- se dejan llevar más por su emoción y sus ganas, que la provocada por una historia soporífera o mal hecha. De allí, que ante la ocasión, haya la oportunidad de envidiar a esos cuerpos que dialogan de una manera sublime, al caer la oscuridad sobre una sala de cine, sin importar que a unos metros pueda estar alguien siendo testigo de ese recorrido corporal que ejecuta el hombre, pero igual y cada vez más, la chica que busca construir su mismidad desde la exploración de sus regiones corporales.
5 comentarios:
Magnífico texto y magníficas fotografías.
Verdaderamente los niños son el futuro, esperemos un mejor futuro.
Cuánto me gustaría que algún día te inspiraras con alguna de mis imágenes.
Un saludo y hablamos
No se que les parezca este diseño, lo pueden checar en el siguiente enlace http://paralanocheproyecto.blogspot.com.
Espero su pronta respuesta. Saludos.
Me pueden escribir en otrosur@gmail.com
Gracias Papu, tomaremos tus blogs para ponerlos como blogs amigos de la noche.
Mil gracias.
Félix
Hola Balam, en lo personal me parece muy buen diseño, deja lo comento con los demás, te doy las gracias por tu tiempo tomado para este espacio. Gracias por compartir la noche.
Félix
A Jimena... quien tiene niños lo entiende, es verdad una noche buscamos un angel, quizá por el mero placer de deleitarnos verlo dormir, ni se imaginan, cada noche mi deleite es doble, Leo y Ale, ángeles de amor...
Publicar un comentario